Iglesia, Dios los bendiga, buenas noches. Qué gusto poder estar en esta noche con ustedes. Como ya expresó el Pastor Gabriel, me crié junto a la familia González en Acacías. Tal vez cuando tenía unos cinco o cuatro años, ya no recuerdo. Hoy tengo 35 años, y entonces han pasado tal vez unos 30 años de compartir junto a ellos, conocerles y aprender muchas cosas, así como sé que ustedes lo están haciendo en este lugar, aprendiendo muchas cosas de nuestro Pastor Gabriel, del cual tiene mucho que enseñarnos.
De él aprendí las cosas buenas, y las malas me las inventé yo. Pero sé que el Señor nos ha dado la oportunidad de compartir con ustedes, y el Señor ha permitido también que yo esté esta noche aquí para transmitirles un mensaje de la Palabra de Dios. Esa es mi mayor preocupación: poderles transmitir ese mensaje de parte de Dios. No quiero hablarles desde mi propio conocimiento, quiero hablarles desde el corazón, de lo que Dios me ha dado por compartir con cada uno de ustedes en esta noche.
Así que vamos a orar para que la Palabra de Dios llegue a nuestras vidas, llegue a nuestros corazones, y nuestro corazón se disponga para oír la Palabra de Dios. Amén.
Señor, te doy gracias en esta noche porque Tú eres un Dios bueno y misericordioso con cada uno de nosotros. Tú nos ayudas, Tú nos bendices, Tu amor es inagotable para con nosotros, Señor. Te honramos y te bendecimos en esta noche. Te pedimos que hables a nuestro corazón y hables a nuestras vidas, Señor. Disponemos nuestras mentes para oír Tu Palabra, Señor. Dame a mí la sabiduría y el denuedo para compartirla de una manera fácil y sencilla, clara, para Tus hijos, para Tu iglesia. En el nombre de Jesús. Amén.
Quiero invitarles a abrir sus Biblias en el libro de Amós, capítulo 9, versículo 11. Libro de Amós, capítulo 9, versículo 11. ¿Cuántos trajeron su Biblia? Muy bien, felicito a los hermanos que trajeron Biblia.
¿Sabe que antes, cuando uno iba a una ciudad o a un pueblo y tal vez llegaba el fin de semana y uno quería ir a una iglesia, la forma para poder llegar a una iglesia, ¿sabe cuál era? Poder salir a la calle y ver a una persona con la Biblia debajo del brazo. ¿Sí recuerdan esos tiempos? Y uno decía, me voy detrás de este porque este va para culto. Pero hoy, qué difícil es poder ver un cristiano, ¿verdad? O identificarlo en la calle porque ya casi no llevamos Biblias. Hoy las proyectan en las pantallas o las tenemos en nuestro celular.
Es importante poder tener la Biblia, la Palabra de Dios en papel. Muchas veces, o en la mayoría de las veces, Dios nos habla no tanto por lo que la persona que esté predicando, el pastor, esté allí al frente diciendo, sino por lo que uno va leyendo. El Espíritu Santo le va revelando en la medida que uno va leyendo la Palabra de Dios. Por eso es importante traerla.
Amós, capítulo 9, versículo 11 dice así: "En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos, y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado." Amén. Esta es una promesa de Dios para todos nosotros. Es una promesa de Dios para la iglesia, y de ella es que quiero hablarles en esta noche. He titulado este mensaje "Restauración del Tabernáculo de David".
Esta palabra que dio el profeta Amós es una palabra que todavía no se ha cumplido y es una palabra que se cumplirá en usted y en mí: que Dios restaure el tabernáculo de David. Pero entendamos un poquito de qué se trata esto.
El tabernáculo de David fue algo revolucionario en su tiempo. Tal vez muchos de nosotros hemos estudiado mucho acerca del tabernáculo de Moisés y conocemos muy bien el tabernáculo de Moisés porque quizás es de lo que más nos han hablado. Pero cuando David fue el rey de Israel, él hizo un tabernáculo diferente al tabernáculo que levantó Moisés en el desierto.
El tabernáculo de Moisés en el desierto era un tabernáculo que tenía tres lugares principales: un lugar santísimo, un lugar santo y un atrio, un lugar externo. En el lugar externo o en el atrio era donde se ofrecían los sacrificios. Si nosotros estuviéramos en el tiempo de Moisés, era el lugar donde usted y yo podíamos estar allí, donde llevábamos nuestro animalito para que el sacerdote lo matara, lo sacrificara y lo ofreciera a Dios para el perdón de nuestros pecados.
Pero había un lugar más privado que era el lugar santo. En este lugar entraban solamente los sacerdotes a presentar la ofrenda delante de Dios por el pueblo. Y había un lugar mucho más privado que era el lugar santísimo. En este lugar santísimo habitaba la presencia de Dios por medio de un arca, el arca del pacto. Allí habitaba la presencia de Dios, y en ese lugar santísimo solamente podía entrar el sumo sacerdote una vez al año. Las personas no podían entrar a ese lugar, no podían disfrutar de la presencia de Dios que habitaba en el lugar santísimo.
Pero David hizo un tabernáculo diferente. También levantó una carpa y puso el arca en esa carpa. Debajo de esa carpa no dividió ni hizo habitaciones. David hizo un solo salón grande y dentro de ese salón puso el arca, que representa la presencia de Dios. Alrededor del arca puso unos músicos, grupos de alabanza, 24 músicos de alabanza tocando las 24 horas del día, haciendo música para Dios.
En esto consistió el tabernáculo de David. El tabernáculo de David tuvo un énfasis en la adoración a Dios, tuvo un énfasis en la exaltación, en la alabanza a Dios. Y ese tabernáculo de David es el que el Señor promete restaurar. Se cayó, se acabó, se terminó, pero ese tabernáculo es el que Dios quiere restaurar en su vida y en mi vida.
Dios quiere que nosotros rodeemos de alabanza y de adoración porque la Biblia enseña que ahora el tabernáculo de Dios es usted y soy yo. Nosotros somos el tabernáculo de Dios, nosotros somos la habitación de Dios. Por tal motivo, lo que Dios quiere restaurar en este tiempo es la alabanza en nuestro tabernáculo, la adoración en nuestro tabernáculo. Es lo que Dios quiere restaurar: que nosotros podamos, como David, levantar un tabernáculo donde la alabanza y la adoración sean continuas a Dios, que no se apaguen.
Fue un tiempo extraordinario. David no se sentía conforme con la vida espiritual que él llevaba. Por eso decide levantar este tabernáculo en honor a Dios y rodearlo de alabanza y de adoración. Puso allí músicos, instrumentos, cantantes que adoraran a Dios las 24 horas del día. Fue revolucionario.
Sabe que una de las cosas para nosotros poder avanzar espiritualmente es que no nos sintamos conformes con la vida que llevamos. Todo se acaba y todo se estanca cuando usted se siente conforme. Dice: "Yo estoy bien con mis 20 minutos de oración diaria, estoy bien porque yo leo la Biblia, eso es suficiente. Voy a culto, eso es suficiente." Cuando te acomodas y te sientes ya realizado, entonces comienza en tu vida algo que se llama estancamiento espiritual.
Necesitamos sentirnos inconformes. Inconformes es querer más. Inconformes es no sentirnos satisfechos con cómo estamos llevando nuestra vida, nuestro tiempo devocional con Dios. Es poder generar un mayor ansia de Dios. Dios, algo más de Dios.
Tenemos un gran reto como iglesia y es impactar a nuestra sociedad, impactar al mundo. ¿Será que lo estamos haciendo? No podemos impactar al mundo si realmente no tenemos una comunión verdadera con Dios.
Ahora, quiero enseñarles solamente o compartir con ustedes dos cosas principales sobre este tema del Tabernáculo de David, sobre la restauración del Tabernáculo de David. Y memoríceselas ahora a ver si no se le olvidan para el final.
La primera es que Dios promete esta restauración del Tabernáculo de David en nuestra vida. Y la segunda es cómo establecer el Tabernáculo de David en mi vida. De estas dos cosas quiero hablarles en esta noche, en estos minutos.
En primer lugar, Dios promete la restauración del Tabernáculo de David. Como lo leíamos en Amós, capítulo 9, versículo 11. Este profeta, siendo inspirado por el Espíritu Santo, da una palabra profética para todos nosotros. Y el apóstol Santiago, o Jacobo, como también se reconoce, hermano de Jesús, en el primer concilio de Jerusalén, en el capítulo 15 de Hechos, que le invito a buscarlo, nos habla acerca de esta palabra profética y que quiero que lo veamos.
En Hechos, capítulo 15, versículo 13 en adelante. Permítanme leerles en la Biblia Nueva Traducción Viviente. Si usted tiene otra versión, puede allí seguirme en su lectura.
Dice que cuando terminaron de hablar, Santiago se puso de pie y dijo: "Hermanos, escúchenme. Pedro les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo. Y la versión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron, como está escrito."
Y aquí Santiago utiliza la palabra de Amós, la palabra profética que dio Amós: "Después yo volveré y restauraré el tabernáculo de David, reconstruiré sus ruinas y las restauraré para que el resto de la humanidad busque al Señor, incluidos todos, los gentiles, todos, usted, yo, todos los que he llamado a ser míos, el Señor ha hablado. Aquel que hizo estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho."
Aquí el apóstol Santiago concluye una discusión que se estaba llevando en Jerusalén y era: ¿qué debían hacer con las personas no judías que estaban siendo bautizadas por el Espíritu Santo, que estaban recibiendo el Espíritu Santo? ¿Qué debían hacer con ellas? ¿Y por qué se había generado esta pregunta? Porque la primera iglesia, después de que Cristo es levantado al cielo, fue una iglesia formada solamente por personas judías.
Pero poco a poco ese evangelio se fue extendiendo y fue llegando a otras culturas y naciones no judías. Y había una gran sorpresa para los líderes religiosos de aquel tiempo: Pedro, Juan, Santiago. Y era cómo el Espíritu Santo los visitaba a ellos también. Ellos creían que el evangelio era solamente para los judíos. Pero poco a poco se comenzaron a dar cuenta que el Espíritu Santo comenzaba a visitar y a ministrar a todas las personas, sin importar si eran judías o no.
Estaban en esta discusión y cada uno dio su testimonio: el apóstol Pablo, Bernabé, Pedro. Cada uno de estos apóstoles dio su testimonio, y Santiago, hermano de Jesús, concluye esta discusión diciendo que lo que ellos estaban viviendo era la promesa que se encontraba en Amós, que Dios traía restauración en el tabernáculo de David.
Pero es importante también entender que este tiempo que hubo en la primera iglesia, ese avivamiento que hubo en la primera iglesia, se dio porque las personas que se estaban convirtiendo tenían un corazón realmente arrepentido. En el capítulo 3 de Hechos, versículo 19, dice: "Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio, y él les enviará nuevamente a Jesús, el Mesías designado para ustedes."
Sabe, yo creo que la iglesia en Colombia hoy necesita que vengan estos tiempos de refrigerio. Pero estos tiempos de refrigerio que vivió esta primera iglesia no vendrán sin que antes haya un arrepentimiento genuino en nuestros corazones. Hablando de la iglesia en general, muchas personas vienen a la iglesia. Hay iglesias muy grandes, muy numerosas, iglesias de 10,000, 20,000, 30,000, 40,000 personas.
Sin pensar en ninguna denominación en particular, pero todas esas miles de personas que asisten a un culto no son la iglesia de Cristo. No todas. Solamente aquellos que tenemos un corazón arrepentido verdaderamente delante de Dios hacemos parte de la iglesia de Cristo. Solamente el que haya tenido un arrepentimiento genuino en su corazón.
Y cuando escuche esto: cuando hay un arrepentimiento genuino en el corazón, entonces vienen tiempos de refrigerio desde la presencia de Dios para nosotros. Y sí que los necesitamos, ¿verdad? Necesitamos esos tiempos de refrigerio.
La restauración que se promete en Amós se dará o será definitiva cuando Cristo nos lleve con Él al cielo en la eternidad. Esta profecía se puede cumplir en nuestra vida en parte, pero se cumplirá en su totalidad cuando estemos en la eternidad con Cristo.
Y sabe, Juan, otro de los discípulos de Jesús que tuvo la revelación del Apocalipsis, que Dios le mostró el futuro, le mostró el cielo, le mostró la eternidad, le mostró ese tiempo en el cual usted y yo estaremos compartiendo con Dios, con el Señor allí en la eternidad, pudo ver la restauración del tabernáculo de David.
Y yo quiero mostrarles algunos versículos del Apocalipsis que hablan de esto. El primero está en el capítulo 4. El capítulo 4 de Apocalipsis es una revelación de la adoración en el cielo. Escuche esto, escuche lo que dice la Palabra de Dios: "Entonces, mientras miraba, vi una puerta que estaba abierta en el cielo." De pronto, Juan estaba parado en un lugar en la eternidad, en el cielo, y allí vio una puerta abierta.
Y fue hacia este lugar. Dice: "Vi una puerta abierta en el cielo, y la misma voz que había escuchado antes me habló como un toque de trompeta. La voz dijo: 'Sube aquí y te mostraré lo que tiene que suceder después de esto.'" Entonces, Juan ve la puerta abierta y una voz le dice que le va a mostrar lo que va a suceder después de esto.
¿Y qué es lo que ve Juan allí? ¿Qué es lo que va a suceder? Y esto es lo que quiero hacerles ver en esta noche. Versículo 2: "Y al instante yo estaba en el espíritu y vi un trono en el cielo y alguien sentado en él." De pronto, cuando Juan llega donde estaba esta puerta abierta y la cruza, ve el trono de Dios.
Y allí el versículo 3 dice: "Y el que estaba sentado en el trono brillaba como piedras preciosas, como el jaspe y la cornalina. El brillo de una esmeralda rodeaba el trono como un arco iris. Lo rodeaban 24 tronos en los cuales estaban sentados los 24 ancianos. Todos vestían de blanco y tenían una corona de oro sobre su cabeza. Del trono salían relámpagos y estruendo de truenos. Delante del trono habían siete antorchas con llamas encendidas. Esto es el espíritu de Dios de siete aspectos. Delante del trono también había un mar de vidrio brillante, reluciente como el cristal. En el centro y alrededor del trono había cuatro seres vivientes, cada uno cubierto de ojos por delante y por detrás. Y el primero de esos era un ser viviente semejante a un león."
Y bueno, sigue diciendo, pero el versículo 8 dice: "Cada uno de los seres vivientes tenía seis alas y las alas estaban totalmente cubiertas de ojos por dentro y por fuera. Día tras día y noche tras noche, ¿qué hacían? Repetían una adoración: 'Santo, santo, santo es el Señor Dios el Todopoderoso, el que siempre fue, el que es y el que aún está por venir.'"
¿Qué fue lo que Juan vio que iba a suceder? Después, que en el cielo ocurriría esta restauración. ¿Cuál restauración? La restauración de la adoración al que está sentado en el trono. Una restauración a la adoración.
Y sabe algo que me parece y que me llama mucho la atención de esto: es que lo hacían de la adoración, de la adoración, de la adoración, de la adoración, de la adoración, de la adoración. Día tras día, tras día, tras día, y todas las noches, todo el tiempo, estos seres adoraban a Dios.
Y esto es lo que Dios quiere restaurar en su vida y en mi vida: que estemos día tras día, noche tras noche, adorando a Dios. Eso es lo que Dios quiere restaurar en la iglesia: que esa adoración sea continua, que no cese. Porque les digo una cosa: si la adoración a Dios la hacemos solamente en este lugar, y aquí solamente levantamos nuestras manos y solamente aquí cantamos a Dios, pero no lo hacemos todo el tiempo, no lo hacemos en nuestras casas, no lo hacemos en la calle, no lo hacemos cuando vamos a la iglesia, no lo hacemos en nuestro auto, entonces no sirve.
Porque la adoración a Dios debe ser continua, continua. No sirve adorar a Dios en la iglesia y salir a pelear en la calle mientras vamos a nuestra casa. No sirve ese tipo de cosa. No sirve venir a la iglesia y adorar a Dios y llegar a la casa a pelear con nuestros hijos, a golpear a nuestra esposa. Eso no sirve.
Dios quiere restaurar ese tabernáculo de David, que consiste en que le adoremos todo el tiempo. Consiste en que usted le dé una adoración a Dios día tras día. Que si es un buen día, adore a Dios. Si es un mal día, adore a Dios. Si es una buena noche, adore a Dios. Si es una mala noche, adore a Dios. Si tiene salud, adora a Dios, pero si no tiene salud, adora a Dios también. La adoración no puede cesar.
Y dice que en el versículo de este capítulo 4, el versículo 10, que los 24 ancianos se postran y adoran al que está sentado en el trono, el que vive por siempre y para siempre, y ponen sus coronas delante del trono diciendo: "Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honra y poder, pues tú creaste todas las cosas y existen porque tú las creaste según tu voluntad."
Estos seres vivientes comienzan a adorar, pero luego esa adoración se contagia en las demás personas que están alrededor del trono. Nosotros debemos contagiar a otros para que adoren a Dios. Debemos contagiar a otros que adoren a Dios también, y así toda la iglesia termina adorando a Dios.
Permítame mostrarles otra cosa del Apocalipsis en el capítulo 7. En el versículo 13 vemos otro momento de adoración. Dios sigue restaurando este tiempo de adoración. Versículo 7, capítulo 7, versículo 13: "Entonces uno de los 24 ancianos me preguntó: '¿Quiénes son estos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen?' Y yo le contesté: 'Tú eres quien lo sabe, Señor.' Entonces él me dijo: 'Estos son los que murieron en la gran tribulación. Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero.'"
Mire esto: de pronto Juan está ya en otro lugar para él y ve un grupo de personas vestidas de blanco, todos vestidos de blanco. Y se levanta uno de los 24 ancianos y le pregunta: "¿Quiénes son esos que están allá?" Le preguntan a Juan. Juan dice: "Yo no sé, yo recién llegué aquí. Eso lo debes de saber tú, que llevas aquí más tiempo que yo. Yo recién llegué."
Y ese hombre le dice: "Esos son los que han salido de la gran tribulación." Yo no sé si usted y yo vayamos a estar en el capítulo 7 en la gran tribulación como iglesia, no lo sé. Pero si lo estamos, ¿sabe qué sí sé? Que vamos a salir en victoria. Eso sí lo sé. ¡Gloria al Señor! Si estamos, si estamos, vamos a salir en victoria y vamos a pasar a la eternidad.
Aquí nos van a cortar la cabeza, pero de pronto vamos a aparecer en el cielo con cabeza completa, con todo y cuerpo. Y de pronto vamos a aparecer con unas vestiduras blancas brillantes en el cielo. Y sabe que lo primero que vamos a hacer cuando lleguemos al cielo, lo primero, no preguntar si aquí está tal persona o si mi abuelita, o si mi tío, mi papá. No, eso no es lo primero que vamos a hacer.
Lo primero que vamos a hacer está en el versículo 15: "Por eso están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo, y aquel que está sentado en el trono les dará refugio." ¡Gloria al Señor! Nunca más tendrán hambre ni sed, nunca más les quemará el calor del sol. Pues el Cordero que está en el trono será, ¡gloria al Señor! Ese es nuestro pastor.
Los demás pastores aquí en la tierra somos transitorios. Así que no se preocupe, somos transitorios, pero todos nosotros tenemos un solo y un mismo pastor. Nuestro Señor, y ese pastor nos pastoreará en la eternidad. Él los guiará a manantiales de agua que da vida, y Dios le secará cada lágrima de sus ojos.
Aquí dice que estas personas, o que todos nosotros estaremos, estaremos sirviendo delante del trono. Y esa palabra "servir" es la palabra que tiene que ver con adoración. Entonces, lo primero que usted y yo vamos a hacer cuando lleguemos al cielo es adorar a Dios día y noche. Y es algo que vamos a disfrutar, es algo que nos va a encantar.
Permítanme ponerles un ejemplo más, dos ejemplos más, y termino en esta noche porque ya no alcanzo. En el capítulo 15 de Apocalipsis, versículo 1: "Luego vi en el cielo otro maravilloso suceso de gran importancia. Siete ángeles sostenían las últimas siete plagas que completarían la ira de Dios. Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaba de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas."
Mire esto: todos tenían arpas que Dios les había dado y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero. Y apréndase este canto porque usted también lo va a cantar en el cielo: "Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti porque tus obras de justicia han sido reveladas."
¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria al Señor! ¿Sabe? Yo no sé cuántos han tenido el anhelo de tocar un instrumento o de cantar. Muchos de nosotros, pero tal vez no hemos podido, ¿cierto? Porque aquí hay otros que lo hacen de pronto mejor que uno y cantan mejor que uno, entonces uno entrega el micrófono.
Porque si de pronto uno canta, pues se acaba la iglesia. Pero hay algo que me genera gozo y esperanza. Miremos todos a los ojos, todos los que estamos en esta noche, por fe estaremos en el cielo. Amén. Y sabe algo: a usted se le va a entregar un arpa. Todo esto lo que si leyeron, todos vamos a tener un arpa. Y sabe quién nos la va a dar: Dios. Correcto, Dios. Y yo no me la voy a dejar quitar de nadie.
Dios me va a dar esa arpa y también va a tocar mi voz. Y ese día voy a poder tocar el arpa y cantar a Dios: "Grandes y maravillosas son tus obras." Ese día Dios restaurará por completo este tabernáculo de David. ¡Gloria al Señor! Ese día Dios restaurará por completo el tabernáculo, y juntos, como estamos en esta noche, parados delante del trono, adoraremos para siempre al Señor, al Rey de reyes, Señor de señores, al único Santo. ¡Gloria al Señor!
Vamos a orar por un momento. Vamos a orar por un momento. No me quedó tiempo para decirle lo segundo, pero creo que esto es suficiente. Y váyase con esto: Dios quiere restaurar ese tabernáculo de David en nuestras vidas. Amén. Dios quiere restaurar esa adoración en nosotros.
Oh Padre, te adoramos en esta noche. Gracias por tu Palabra, Señor. Gracias por tu Palabra, Señor. Tú eres un Dios bueno con nosotros. Gracias, Señor. Ayúdanos a no olvidar que Tú quieres restaurar este tabernáculo de David en nuestras vidas. Ayúdanos, Señor.
Ayúdanos a tomar esta decisión de establecer este tabernáculo en nosotros, Señor, a preparar un lugar en nuestra vida para adorarte. Ayúdanos, Señor, a preparar este lugar para adorarte en nosotros, Señor, para darte a Ti, Señor, toda nuestra vida, todo nuestro ser. Que Tú te conviertas en lo más importante en nuestras vidas, Señor. Que adorarte a Ti se convierta en una necesidad en mí, así como los alimentos son una necesidad para mi vida. También el adorarte se convierta en una necesidad en mí para Ti, Señor.
Ayúdame, Señor, a apartarme de todo acto pecaminoso que me aleje de Tu presencia porque debo adorarte a Ti, Señor. Ayúdame a adorarte en santidad delante de Tu trono, Señor. No puede haber nada impuro, nada inmundo. Debo presentarme delante de Ti en santidad completa. Ayúdame, Señor. Ayúdame.
Oh, bendito eres Tú, Padre. Te doy gracias por Tu Palabra en esta noche. Gracias, Señor. Ayúdanos a adorarte en todo tiempo. Trae tiempos de refrigerio sobre esta iglesia, Padre. Levanta esta iglesia con poder, Señor. Que esta sea una iglesia apasionada por adorarte, por exaltarte, por glorificarte a Ti, Señor.
Bendito eres Tú, Dios. Bendito es Tu nombre. Te adoramos y te bendecimos, Señor. Te adoro y te bendigo en esta noche. Bendigo cada día, bendigo cada día, bendigo cada persona que ha venido en esta noche a escuchar Tu Palabra, Señor. Algunos necesitaban esta Palabra para salir de ese estancamiento en el cual se encuentran.
Trae restauración. Haz que cada persona que ha escuchado esta Palabra, Señor, pueda levantarse en adoración para Ti, Señor. Bendigo cada vida en esta noche. Bendigo cada hermano, cada persona, quizás aquellos que han venido por primera vez en esta noche. Los bendigo y oro para que Tu Espíritu Santo hable a sus vidas. Oro también para que esta iglesia sea llena del Espíritu Santo y obre, Señor, correctamente delante de Ti.
Bendigo la iglesia en Pereira, Señor. Bendito seas Tú, Señor. Gracias por este tiempo. Que esta semilla de Tu Palabra, Señor, quede en nuestros corazones y dé fruto a su debido tiempo. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
Gracias, iglesia. Dios los bendiga. Amén.