En la vida cristiana, es común encontrarnos con hermanos que tienen diferentes niveles de madurez y convicciones. La instrucción bíblica es clara: debemos recibir al débil en la fe, no para discutir o contender sobre opiniones, sino para amarlo y edificarlo. Esto requiere humildad, paciencia y un corazón dispuesto a priorizar la relación y el testimonio del Evangelio por encima de ganar argumentos. El verdadero propósito no es tener la razón en asuntos secundarios, sino ganar hermanos y fortalecer la unidad en Cristo. [04:12]
Romanos 14:1-3 (RVR1960)
Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
Reflexión: ¿Hay alguien en tu vida con quien has discutido por diferencias de convicciones? ¿Cómo puedes hoy acercarte a esa persona con amor y restaurar la relación, priorizando la unidad sobre el argumento?
La libertad cristiana no es hacer lo que uno quiere, sino vivir con una conciencia informada por la Palabra de Dios y guiada por el Espíritu Santo. Cada decisión, especialmente en temas donde la Biblia no es explícita, debe ser tomada con oración, estudio y reflexión, buscando siempre honrar a Cristo. No se trata de relativismo moral, sino de una libertad responsable que rinde cuentas a Dios y busca Su gloria en cada acción. [18:11]
Romanos 14:5-6 (RVR1960)
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, para el Señor lo hace; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Reflexión: ¿Qué decisión tienes pendiente hoy en la que necesitas buscar la guía de Dios y Su Palabra, en vez de solo seguir tus gustos o costumbres?
Dios es el único juez de la conciencia de cada creyente. Juzgar o menospreciar a otros por sus convicciones personales pone a la persona en el centro, en vez de a Cristo. Cada uno de nosotros comparecerá ante el tribunal de Cristo y dará cuentas por sus propias decisiones y actitudes, no por las de los demás. Por eso, debemos cuidar tanto lo que hacemos como la manera en que tratamos a nuestros hermanos, evitando el juicio y el desprecio. [25:33]
Romanos 14:10-13 (RVR1960)
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
Reflexión: ¿Hay actitudes de juicio o menosprecio en tu corazón hacia otros creyentes? ¿Qué pasos concretos puedes dar hoy para dejar de juzgar y empezar a edificar?
La verdadera madurez cristiana se mide no por cuánta libertad tienes, sino por cómo la usas para amar y edificar a los demás. Si tu libertad puede hacer tropezar a un hermano, el amor te llama a abstenerte por su bien. La libertad responsable busca la paz, la justicia y el gozo en el Espíritu Santo, priorizando siempre la edificación y la armonía en la comunidad de fe. [29:38]
Romanos 14:19-21 (RVR1960)
Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
Reflexión: ¿En qué área de tu vida puedes hoy decidir limitar tu libertad por amor a alguien más, para no ser de tropiezo y contribuir a la paz y edificación?
El propósito final de la libertad cristiana y de nuestras diferencias no es la uniformidad, sino la unidad que glorifica a Dios. Cristo es el ejemplo supremo de negarse a sí mismo por amor a otros, y nos llama a vivir considerando a nuestros hermanos, sirviéndonos unos a otros y buscando juntos la gloria de Dios. Cuando la libertad y el amor se unen, el reino de Dios se manifiesta en justicia, paz y gozo en medio de Su pueblo. [46:35]
Romanos 15:1-6 (RVR1960)
Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Reflexión: ¿Qué puedes hacer hoy para promover la unidad y la edificación en tu iglesia o grupo, siguiendo el ejemplo de Cristo y buscando juntos la gloria de Dios?
Hoy es un día especial porque nos acercamos al final de nuestro estudio de Romanos, y el capítulo que exploramos hoy ha sido fundamental para la vida de nuestra iglesia. Reflexioné sobre mis primeros años como creyente, cuando el celo por la verdad a veces superaba el amor y la paciencia, y cómo eso puede cerrar puertas al testimonio y a la relación. Pablo, en Romanos 14, nos llama a recibir al débil en la fe, no para contender sobre opiniones, sino para edificar y no dividir. El Reino de Dios no se trata de ganar argumentos, sino de ganar hermanos, de construir relaciones sanas y de vivir en libertad responsable.
En la iglesia de Roma, los creyentes discutían sobre temas secundarios como la comida y las fiestas, y Pablo no corrige la práctica, sino la actitud. El que tiene libertad no debe menospreciar al que no la tiene, y el que no la tiene no debe juzgar al que sí. Ambos errores ponen al yo en el centro y olvidan que Cristo es el Señor y el Juez de todos. La verdadera madurez no se mide por cuánta libertad tenemos, sino por cómo la usamos para amar y edificar a los demás.
La libertad cristiana no es independencia, sino rendición a Cristo. Cada uno debe formar sus convicciones con una conciencia informada por la Palabra y guiada por el Espíritu Santo. Al final, cada uno dará cuentas a Cristo, no a los demás. Por eso, debemos decidir no poner tropiezo a nuestros hermanos, y estar dispuestos a limitar nuestra libertad por amor a ellos. El Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, y la libertad responsable nos llama a buscar la dirección del Espíritu para cada situación.
Para ejercer esta libertad responsable, propuse cuatro preguntas: ¿Qué dice la Biblia? ¿Qué dice mi conciencia? ¿Qué requiere mi debilidad? ¿Qué requiere la debilidad del hermano que me acompaña? Así, evitamos tanto el libertinaje como el legalismo, y buscamos la unidad que glorifica a Cristo. El llamado es a dejar de ponernos a nosotros mismos en el centro, y poner a Cristo en el centro de todo, viviendo para su gloria y para la edificación mutua.
Cada uno de nosotros va a ser responsable, primero, de lo que hizo o no hizo, y segundo, de cómo vamos a ser juzgados también por nuestra actitud juiciosa o de menosprecio hacia los demás. O sea, de cómo el débil juzgaba al fuerte y de cómo el fuerte menospreciaba al débil. De eso también vamos a dar cuentas. [00:27:46] (24 seconds) #ResponsabilidadYJuicio
El punto tampoco ni siquiera es la libertad o la no libertad. El punto es como unánimes, como buscamos la unidad. Y es una unidad que glorifique a Cristo. Ese es el punto. Ese es el llamado. Ese es el propósito. Ese es el deseo. [00:46:45] (18 seconds) #UnidadEnCristo
El punto no es yo ponerme en el centro como juez y juzgar a los demás. El punto no es yo ponerme en el centro como referencia y pretender que todos se hagan a mí. El punto no soy yo. El punto es yo, junto con todos los demás, ponernos alrededor de Cristo como en el centro, para que Él se exaltara y para que recordemos que de Él se trata todo. [00:49:31] (31 seconds) #CristoCentroDeTodo
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