El amor verdadero no es una emoción superficial ni una cortesía fingida; es una entrega sincera que rechaza la hipocresía y busca el bien del otro, incluso cuando es difícil. Amar sin fingimiento significa rechazar el egoísmo y el egocentrismo disfrazados de empoderamiento, y en su lugar, buscar amar como Cristo nos amó: de manera sacrificial, santa y auténtica. Este amor no se basa en méritos ni en lo que el otro puede darnos, sino en la decisión de reflejar el carácter de Dios en nuestras relaciones diarias. [04:55]
Romanos 12:9-10 (RVR1960)
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
Reflexión: ¿En qué relación o situación has estado mostrando un amor superficial o condicionado? ¿Qué paso concreto puedes dar hoy para amar genuinamente, sin fingimiento, a esa persona?
Amar humildemente implica dejar de competir por reconocimiento y, en cambio, buscar honrar y valorar sinceramente a los demás, reconociendo sus virtudes y aportes, incluso cuando no están presentes. Es aprender a ver lo precioso en medio de lo vil, a celebrar los logros de otros y a crear una cultura de honra donde el enfoque no está en uno mismo, sino en levantar y animar a quienes nos rodean. Esta humildad nos lleva a asociarnos con los humildes y a servir en tareas que quizás consideramos pequeñas, recordando que todos somos igualmente valiosos ante Dios. [12:11]
Filipenses 2:3 (RVR1960)
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.
Reflexión: ¿A quién puedes honrar o reconocer hoy, especialmente alguien cuyo esfuerzo o valor suele pasar desapercibido? ¿Cómo puedes hacerlo de manera pública o privada para animar su corazón?
El amor verdadero persevera incluso cuando hay dolor, traición o decepción; no se rinde fácilmente ni se aleja ante la dificultad, sino que espera con esperanza la reconciliación y se mantiene constante en la oración. Amar sufridamente significa estar dispuesto a soportar, a esperar y a anhelar la restauración, aun cuando el otro nos ha herido. Esta perseverancia no nace de la fuerza humana, sino de una comunión profunda con Dios, quien nos da la capacidad de amar más allá de nuestras fuerzas naturales. [18:19]
Romanos 12:12 (RVR1960)
Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.
Reflexión: Piensa en una relación rota o difícil en tu vida. ¿Estás dispuesto a orar hoy por esa persona y pedirle a Dios la fuerza para perseverar en el amor, aun cuando duela?
Amar generosamente es estar atentos a las necesidades de los demás y estar dispuestos a compartir de nuestros recursos, tiempo y espacio, practicando la hospitalidad de manera intencional y continua. No se trata solo de abrir la puerta de nuestra casa, sino de abrir nuestro corazón y buscar creativamente cómo bendecir a otros, incluso a quienes no conocemos bien. La generosidad rompe la indiferencia y nos lleva a actuar, no solo a desear el bien, sino a hacerlo realidad en la vida de quienes nos rodean. [21:01]
Romanos 12:13 (RVR1960)
Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
Reflexión: ¿Hay alguien a tu alrededor que esté pasando necesidad o que necesite compañía? ¿Qué acto concreto de generosidad o hospitalidad puedes realizar esta semana para mostrarle el amor de Cristo?
El amor que vence el mal con el bien es un amor que no busca venganza, sino que responde a la ofensa con bondad, buscando la redención y restauración del otro. Este amor, modelado perfectamente por Jesús, tiene un efecto moral y espiritual en quienes lo reciben, despertando conciencia, remordimiento y, a veces, arrepentimiento. Al amar así, dejamos la justicia en manos de Dios y permitimos que nuestro bien sea un instrumento de transformación en la vida de los demás, reflejando el corazón del Evangelio. [43:04]
Romanos 12:20-21 (RVR1960)
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Reflexión: ¿Quién es esa persona que te ha hecho daño o te cuesta amar? ¿Qué acto de bondad podrías hacer hoy, no para obtener algo a cambio, sino para reflejar el amor redentor de Cristo?
Hoy celebramos la fidelidad de Dios al mirar hacia atrás y agradecer por estos 18 años como iglesia, pero también miramos hacia adelante, expectantes de lo que Él hará en el futuro. Reflexionamos sobre el llamado central de la vida cristiana: amar a Dios y al prójimo. Sin embargo, este amor no es un ideal romántico ni superficial, sino un mandato práctico, profundo y contracultural. El apóstol Pablo, en Romanos 12, nos da instrucciones claras y prácticas sobre cómo debe verse este amor en la vida diaria, recordándonos que, a la luz de la misericordia de Dios, estamos llamados a vivir y amar de manera radicalmente diferente al mundo.
El amor genuino, sin fingimiento, es el estándar. No se trata de amar solo a quienes nos caen bien o nos corresponden, sino de extendernos en amor fraternal, humildad, diligencia, generosidad, empatía y perseverancia, incluso cuando amar duele o implica sacrificio. Pablo nos exhorta a honrar a otros por encima de nosotros mismos, a servir con fervor, a compartir con generosidad y a practicar la hospitalidad de manera intencional y continua. El amor cristiano no responde al mal con mal, sino que bendice, busca la paz y renuncia a la venganza, confiando en la justicia de Dios.
Especialmente desafiante es el llamado a amar a los enemigos, a quienes nos han herido o con quienes hay conflicto. Amar así no significa ser ingenuos ni permitir abusos, sino buscar la redención y restauración, no el castigo. El bien que hacemos tiene un efecto moral y espiritual, y puede ser usado por Dios para transformar corazones endurecidos. Todo esto es posible porque Cristo nos amó primero de esta manera: con un amor sacrificial, humilde y redentor. El Evangelio no solo nos motiva, sino que nos capacita para amar así, arrancando el orgullo, el temor y el deseo de venganza de nuestros corazones.
Por eso, el llamado es a orar, examinar nuestros corazones, identificar a quienes nos cuesta amar y dar pasos concretos hacia la reconciliación y la honra. Una vida transformada por la misericordia de Dios se manifiesta en un amor real y práctico al prójimo, y para esto necesitamos la ayuda y el poder de Dios. Que nuestro amor sea sin hipocresía, venciendo el mal con el bien, para la gloria de Dios.
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Hablar del amor al prójimo, como les dije, suena bonito, suena hasta romántico, suena tan lindo. El amor sin fingimiento, el amor no hipócrita, es muy diferente a lo que muchas veces románticamente nos hemos imaginado. Y si yo hago bien mi trabajo el día de hoy, y si el Espíritu Santo, por medio de su palabra, decide tocar sus corazones, quizás hoy vamos a salir retados y quizás hoy vamos a salir desafiados en que hemos estado más amando como el mundo nos dice que amemos y no como Cristo nos dice que amemos. [00:05:15] (34 seconds) #AmorSinFingimiento
Amar significa estar pendientes de las necesidades de mis amigos, de mis hermanos. Y sí, sí, yo sé que a veces el orgullo del necesitado le impide pedir ayuda y Dios tiene que tratar con eso y va a tratar con eso de alguna u otra manera con ese orgullo. Pero sospecho yo que la realidad, y nosotros no somos adivinos, pero la realidad es que la mayoría de veces no sabemos las necesidades no por el orgullo del necesitado, sino por la indiferencia nuestra. [00:21:05] (31 seconds) #AtentosALasNecesidades
El amor es empático. Se alegra con los que tienen algo que celebrar. Y ojo, se alegra de verdad, se alegra sin celos, se alegra sin reclamos. No es de los que le aplauden y después se va a ver adelante el Señor, Señor, yo llevo 20 años pidiéndote lo mismo que Él. No, no, me alegro genuinamente por Él, aún cuando le has dado a Él lo que yo llevo 20 años pidiendo y que todavía no me has dado a mí. Y después se duele con el que tiene algo que lamentar. Lloramos con el que llora. Aprendemos a poner pausa en nuestras vidas para lamentar. [00:25:53] (39 seconds) #AmorEmpatico
Dejar lugar a la ira de Dios no está invitando a delegar mi venganza a Dios, sino a renunciar completamente a mi deseo de venganza para descansar en la justicia de Dios. Es renunciar al deseo de que le vaya mal para entender Dios va a juzgar mejor que yo, y si en su juicio Dios decide extender misericordia, eso es mejor que yo. [00:41:21] (29 seconds) #RenunciarAVenganza
Amar así es amar como Jesús nos amó. Jesús nos amó perfectamente de esta manera. Él es el ejemplo perfecto de este tipo de amor. Solo piénsenlo. Él es la encarnación del amor sin fingimiento. ¿O no? Jesús aborreció el mal y se apegó al bien perfectamente. Él mostró afecto y servicio diligente, aún hasta lavar los pies. Él bendijo a los que lo perseguían desde la cruz. Y Él no se vengó, sino confió en la justicia del Padre. [00:47:35] (38 seconds) #AmarComoJesus
Una vida transformada por las misericordias de Dios, se manifiesta con un amor real al prójimo. Y definitivamente, sin lugar a dudas, vamos a necesitar la ayuda de Dios. Vamos a necesitar la ayuda de Dios para amar de esa manera. Pero Él ha ofrecido ayudarnos, y Él modeló la forma en que nosotros, en que esto se mira, cómo esto se vive y nos enseñó que se puede. [00:51:54] (31 seconds) #AmorTransformado
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