Antes de su encarnación, Jesús ya existía junto al Padre en la eternidad, siendo uno con Dios y participando activamente en la creación de todas las cosas. Esta verdad nos recuerda que Jesús no es solo un personaje histórico, sino el Verbo eterno, el Hijo de Dios que trasciende el tiempo y el espacio. Así como Jesús tenía una existencia previa a su nacimiento terrenal, también nosotros somos llamados a reconocer nuestra identidad y propósito en la eternidad de Dios. [13:42]
Juan 1:1-3 (RVR1960)
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Reflexión: ¿Cómo cambia tu perspectiva diaria el saber que Jesús es eterno y que tu vida también tiene un propósito eterno en Dios?
Jesús, siendo Príncipe y Rey desde antes de la fundación del mundo, decidió dejar su posición de gloria y realeza para venir a la tierra y cumplir el plan de salvación. Este acto de humildad y amor nos desafía a valorar el sacrificio de Cristo y a reflexionar sobre lo que significa dejar de lado privilegios personales por el bien de otros. [16:29]
Proverbios 8:22-23 (RVR1960)
Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.
Reflexión: ¿En qué área de tu vida puedes imitar la humildad de Jesús, dejando de lado tus propios privilegios para servir a otros?
El nacimiento de Jesús fue un milagro divino, concebido por el Espíritu Santo y no por voluntad humana, mostrando que la salvación viene directamente de Dios y no de los esfuerzos del hombre. Jesús se despojó de su divinidad para hacerse siervo y vivir entre nosotros, demostrando un amor incondicional y una obediencia perfecta al plan del Padre. [22:05]
Filipenses 2:5-8 (RVR1960)
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Reflexión: ¿De qué manera puedes hoy mostrar humildad y obediencia, siguiendo el ejemplo de Jesús que se hizo hombre por amor a ti?
Después de su bautismo, Jesús fue llevado al desierto y tentado en sus necesidades más profundas, pero venció cada tentación usando la Palabra de Dios y permaneciendo fiel a su propósito. Su victoria nos enseña que, aunque enfrentemos pruebas y necesidades, podemos resistir al enemigo y salir victoriosos si nos aferramos a la verdad de la Palabra y confiamos en Dios. [39:41]
Mateo 4:1-4 (RVR1960)
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Reflexión: ¿Cuál es una tentación o necesidad que enfrentas hoy, y cómo puedes responder con la Palabra de Dios como lo hizo Jesús?
El ministerio de Jesús en la tierra se caracterizó por sanar a los enfermos, liberar a los cautivos y predicar el evangelio del Reino, mostrando la compasión y el poder de Dios en acción. Su ejemplo nos invita a ser agentes de sanidad, misericordia y verdad en nuestro entorno, llevando esperanza y transformación a quienes nos rodean. [44:28]
Isaías 61:1 (RVR1960)
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel.
Reflexión: ¿A quién puedes acercarte hoy para llevarle ánimo, sanidad o libertad, siguiendo el ejemplo del ministerio de Jesús?
Hoy nos reunimos para explorar las etapas de la vida de Jesús, desde su existencia eterna antes de la encarnación hasta el inicio de su ministerio en la tierra. Comenzamos recordando que Jesús no empezó a existir cuando nació en Belén, sino que ya era uno con el Padre desde antes de la creación del mundo. Él es el Verbo eterno, el Príncipe y Rey que, por amor, dejó su gloria para venir a habitar entre nosotros. Esta verdad nos invita a reflexionar sobre la grandeza de su sacrificio y la profundidad de su amor.
Al hablar de la encarnación, vemos cómo Jesús fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de María, cumpliendo así las profecías y mostrando que su origen es divino, no humano. Jesús, siendo Dios, se despojó de su posición celestial para hacerse siervo y vivir como hombre, experimentando nuestras limitaciones y sufrimientos. Su humildad y obediencia nos desafían a adoptar la misma actitud en nuestra vida diaria.
En su niñez y adolescencia, Jesús enfrentó peligros y desafíos, como la persecución de Herodes y la responsabilidad de cuidar a su familia tras la muerte de José. Aun siendo niño, mostró sabiduría y pasión por los asuntos de su Padre, enseñando en el templo y creciendo en gracia ante Dios y los hombres. Aunque la Biblia no detalla mucho sobre su adolescencia, podemos imaginar el peso y la madurez que asumió en su hogar.
La siguiente etapa es su bautismo, donde Jesús, aunque sin pecado, se somete al bautismo de Juan por obediencia y para cumplir toda justicia. En ese momento, el Espíritu Santo desciende sobre Él y el Padre lo reconoce públicamente como su Hijo amado. Este acto marca el inicio de su ministerio y nos enseña la importancia de la humildad y la obediencia, incluso cuando podríamos pensar que no lo necesitamos.
Después del bautismo, Jesús es llevado al desierto para ser tentado. Allí enfrenta pruebas profundas, no solo de hambre, sino de identidad y propósito. Responde a cada tentación con la Palabra de Dios, mostrándonos que la verdadera victoria espiritual se encuentra en la dependencia total del Padre y en la fidelidad a su Palabra.
Finalmente, Jesús inicia su ministerio público, trayendo sanidad, liberación y esperanza. En solo tres años y medio, transforma vidas, forma discípulos y deja un legado que sigue impactando al mundo. Su vida es un modelo de entrega, compasión y poder, y nos invita a seguir sus pasos, confiando en que cada etapa tiene un propósito en el plan de Dios.
---
Add this chatbot onto your site with the embed code below
<iframe frameborder="0" src="https://pastors.ai/sermonWidget/sermon/the-stages-of-jesus-humility-obedience-and-purpose" width="100%" height="100%" style="height:100vh;"></iframe>Copy