Dios creó un mundo bueno y ordenado, pero la presencia del mal y el sufrimiento en la experiencia humana plantea preguntas profundas sobre su origen. La Biblia enseña que, aunque la creación fue declarada “muy buena”, la realidad del caos, la oscuridad y la muerte ya estaban presentes de alguna manera, y la pregunta sobre el origen del mal ha inquietado a creyentes de todas las épocas. Este misterio nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de Dios, la libertad humana y la responsabilidad que tenemos en el mundo que habitamos. [06:58]
Génesis 1:31
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
Reflexión: ¿En qué áreas de tu vida puedes reconocer la bondad de la creación de Dios, incluso en medio de la confusión o el sufrimiento?
La tradición bíblica afirma que el ser humano tiene libertad para elegir entre el bien y el mal, y que cada uno es responsable de sus propias decisiones. No hay una fuerza irresistible que nos obligue a pecar; más bien, Dios nos da la capacidad de escoger la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Esta libertad implica consecuencias, pero también es una invitación a asumir nuestra responsabilidad y a no culpar a otros por nuestras acciones. [14:54]
Deuteronomio 30:19
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.
Reflexión: ¿Cuál es una decisión concreta que enfrentas hoy donde puedes elegir el bien, y cómo puedes asumir la responsabilidad de esa elección?
La serpiente en el relato del paraíso representa mucho más que un simple animal; es símbolo de astucia, sabiduría, tentación y, en muchas culturas, del mal y la muerte. El diálogo entre la serpiente y la mujer marca el punto de inflexión entre el mundo ideal y el mundo real, donde el ser humano adquiere conciencia, vergüenza y mortalidad. Este relato nos desafía a considerar cómo el deseo de conocimiento y autonomía puede llevarnos tanto a la madurez como a la ruptura con Dios. [22:36]
Génesis 3:1-5
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Reflexión: ¿Hay alguna área en tu vida donde el deseo de “ser como Dios” o de controlar tu propio destino te ha alejado de la confianza en Él?
A lo largo de la historia bíblica y judía, la figura de la serpiente evoluciona hasta identificarse con el Satán, el adversario espiritual. Textos posteriores interpretan que la serpiente fue instrumento de fuerzas demoníacas, desplazando la responsabilidad del mal del ser humano hacia entidades externas. Esta transformación refleja un cambio en la manera de entender el mal: de una responsabilidad humana a una lucha cósmica entre el bien y el mal, donde el hombre puede verse como víctima de fuerzas superiores. [01:07:53]
Apocalipsis 12:7-9
Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Reflexión: ¿En qué momentos tiendes a culpar a fuerzas externas por tus errores, y cómo puedes recuperar tu sentido de responsabilidad personal ante Dios?
La Biblia utiliza imágenes y símbolos que dialogan con las culturas circundantes, y la serpiente es un ejemplo de cómo un mismo símbolo puede significar tanto muerte como vida, maldad como sabiduría. Entender estos códigos culturales nos ayuda a profundizar en el mensaje bíblico y a reconocer que la interpretación de los textos sagrados requiere humildad, apertura y discernimiento. Así, podemos descubrir nuevas dimensiones de la Palabra y aplicarlas a nuestra vida cotidiana. [43:43]
Números 21:8-9
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
Reflexión: ¿Qué símbolos o imágenes de tu entorno cultural te ayudan o te dificultan para comprender y vivir la fe hoy?
El tema de hoy nos invita a explorar el origen del mal desde la perspectiva bíblica, centrándonos en la figura de la serpiente y su evolución hacia el Satán en la tradición judía y cristiana. Comenzando con el relato de la creación en Génesis, se destaca que el mundo fue creado como algo bueno, pero la presencia del mal y el sufrimiento en la experiencia humana plantea una pregunta fundamental: ¿de dónde proviene el mal si todo fue creado por un Dios bueno y todopoderoso? La tradición bíblica, especialmente en el Deuteronomio y los profetas como Ezequiel, enfatiza la responsabilidad humana y la libertad de elección. El mal, según esta línea, no es una fuerza externa impuesta, sino una consecuencia de las decisiones humanas.
Sin embargo, el relato del paraíso en Génesis 2 y 3 introduce a la serpiente como un personaje central en la narrativa del pecado original. La serpiente, astuta y capaz de hablar, desafía la prohibición divina y seduce a Eva a comer del fruto prohibido, lo que lleva a la humanidad a una nueva realidad marcada por la vergüenza, la mortalidad y el conflicto. Este relato, aunque breve, está cargado de simbolismo y dialoga con mitos y arquetipos de culturas circundantes, donde la serpiente representa tanto la muerte como la vida, la sabiduría y la sexualidad.
A lo largo de la historia, la imagen de la serpiente se transforma. En la literatura judía post-bíblica y en la tradición cristiana, la serpiente del Edén se identifica progresivamente con el Satán, el adversario espiritual, desplazando la responsabilidad del mal del ser humano hacia fuerzas demoníacas externas. Este cambio refleja una evolución en la comprensión del mal: de ser una inclinación interna y una cuestión de libertad y responsabilidad, pasa a ser una lucha cósmica entre el bien y el mal, donde el ser humano es más víctima que agente.
La riqueza de estos relatos y su interpretación a lo largo de los siglos nos invita a reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad, la complejidad del mal y la manera en que los símbolos y narrativas antiguas siguen moldeando nuestra visión del mundo y de nosotros mismos.
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