Un pecado, una muerte y una palabra: estas tres realidades resumen la historia de la humanidad y la obra redentora de Dios en Cristo. Desde el principio, el pecado entró en el mundo a través de la desobediencia de Adán y Eva, y desde entonces, todos hemos heredado esa naturaleza caída. No hay pecado pequeño ni grande; todo pecado nos separa de Dios y nos conduce a la muerte y condenación. Esta verdad nos confronta con nuestra incapacidad de salvarnos por nuestras propias fuerzas o méritos.
Sin embargo, la historia no termina en la condenación. Dios, en su amor y justicia, proveyó un camino de reconciliación. En el Antiguo Testamento, el sacrificio de sangre era necesario para el perdón, pero estos sacrificios eran solo una sombra del sacrificio perfecto que habría de venir. Jesús, el Cordero de Dios, fue llevado al matadero en silencio, cargando sobre sí nuestras enfermedades, dolores y rebeliones. Su sufrimiento y muerte fueron el pago completo por nuestros pecados, cumpliendo la justicia de Dios y abriendo el camino para nuestra paz y justificación.
La obra de Cristo se resume en una palabra pronunciada en la cruz: “Tetelestai”, que significa “Está consumado”. Esta palabra no es un grito de derrota, sino de victoria. Es la declaración de que la deuda ha sido pagada por completo, que la salvación está asegurada y que no hay nada más que añadir. La muerte de Jesús no fue solo un evento histórico, sino un acto con repercusiones eternas. Por su sacrificio, ya no se requieren más sacrificios; la obra está completa y perfecta. Ahora, nuestros pecados están clavados en la cruz, y tenemos la certeza del perdón, la vida y la salvación en Cristo. Que esta verdad permanezca en nuestros corazones y mentes, dándonos paz y seguridad en la obra terminada de Jesús.
Key Takeaways
- 1. El pecado, sin importar su tamaño o frecuencia, siempre nos separa de Dios y nos lleva a la muerte espiritual. Reconocer la gravedad del pecado nos lleva a una humildad genuina y a una dependencia total de la gracia de Dios, pues no hay nada en nosotros que pueda remediar esta separación. [01:22]
- 2. El sacrificio de Jesús fue voluntario y motivado por amor. Él no fue forzado ni vencido, sino que eligió sufrir y morir en nuestro lugar, cumpliendo así la justicia de Dios y llevándose nuestras enfermedades y dolores. Esta entrega total revela el corazón de Dios hacia nosotros: un amor que no escatima nada por nuestra redención. [03:21]
- 3. La necesidad de sangre para el perdón, vista en los sacrificios del Antiguo Testamento, apunta a la santidad de Dios y la seriedad del pecado. Solo la sangre perfecta de Cristo podía satisfacer plenamente la justicia divina y abrirnos el acceso a la reconciliación con Dios. [04:54]
- 4. La palabra “Tetelestai” pronunciada por Jesús en la cruz es una declaración de que la obra de salvación está completa y no necesita añadiduras humanas. Nuestra seguridad no depende de nuestras obras, sino de la perfección de lo que Cristo ya ha hecho por nosotros. [05:42]
- 5. La muerte de Cristo tiene efectos eternos: no es solo un evento del pasado, sino una realidad que garantiza nuestro perdón y vida eterna hoy y siempre. Vivir en la certeza de que nuestros pecados están clavados en la cruz nos libera de la culpa y nos da una paz profunda y duradera. [06:58]
Youtube Chapters
- [00:00] - Welcome
- [00:10] - Introducción: Un pecado, una muerte y una palabra
- [01:22] - La caída y la universalidad del pecado
- [02:10] - Consecuencias del pecado: condenación y separación
- [03:21] - El sacrificio de Jesús anunciado por Isaías
- [04:10] - El sufrimiento de Cristo y su propósito
- [04:54] - El cumplimiento de la justicia de Dios
- [05:20] - La obra perfecta de Cristo frente a nuestras obras
- [05:42] - “Tetelestai”: El significado de la palabra en la cruz
- [06:20] - La consumación de la salvación
- [06:58] - El sacrificio único y suficiente de Jesús
- [07:30] - La certeza del perdón y la vida eterna
- [08:10] - Oración final y bendición