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Hoy reflexionamos sobre el tema "Regresando al Edén", explorando el diseño original de Dios para la humanidad y cómo la desobediencia nos llevó a un vacío existencial. En Génesis 2, vemos que Dios creó un mundo perfecto, un Edén donde Adán y Eva vivían en plenitud y comunión con Él. Sin embargo, la desobediencia trajo la expulsión del Edén y un vacío que solo Dios puede llenar. Este vacío existencial se manifiesta en la insatisfacción humana, la búsqueda incesante de llenar ese vacío con cosas materiales, placeres, logros, y relaciones, pero nada de esto puede sustituir la presencia de Dios.
El apóstol Pablo en Romanos 8 nos habla del anhelo ardiente de toda la creación por ser liberada de la corrupción y regresar a la plenitud original. Este anhelo no es solo humano, sino que toda la creación gime esperando la redención. Dios, en su amor y misericordia, ha diseñado un plan perfecto para regresarnos al Edén, un plan que culmina en la Nueva Jerusalén descrita en Apocalipsis 21 y 22. Esta ciudad celestial es un lugar de perfección y comunión eterna con Dios, donde no habrá más dolor, llanto, ni muerte.
Dios nos invita a vivir como extranjeros en este mundo, con la mirada puesta en la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Aunque enfrentamos dificultades y sufrimientos, nuestra esperanza está en la promesa de que Dios nos regresará al Edén. Esta esperanza debe anclar nuestra fe y darnos paz en medio de las tribulaciones. La Biblia nos asegura que Dios enjugará toda lágrima y nos dará vida eterna en su presencia.
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Key Takeaways
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2. El Anhelo de la Creación: Toda la creación gime esperando la redención y la liberación de la corrupción. Este anhelo no es solo humano, sino que toda la creación fue diseñada para vivir en comunión con Dios. El apóstol Pablo en Romanos 8 nos habla de este anhelo ardiente, que refleja el deseo de regresar a la plenitud original.
3. El Plan Perfecto de Dios: Dios, en su amor y misericordia, ha diseñado un plan perfecto para regresarnos al Edén. Este plan culmina en la Nueva Jerusalén, un lugar de perfección y comunión eterna con Dios, donde no habrá más dolor, llanto, ni muerte. Esta promesa debe anclar nuestra fe y darnos paz en medio de las tribulaciones.
4. Vivir como Extranjeros: La Biblia nos invita a vivir como extranjeros en este mundo, con la mirada puesta en la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Aunque enfrentamos dificultades y sufrimientos, nuestra esperanza está en la promesa de que Dios nos regresará al Edén. Esta esperanza debe guiarnos y darnos fuerza para perseverar.
5. La Promesa de Redención: Dios nos asegura que enjugará toda lágrima y nos dará vida eterna en su presencia. Esta promesa debe ser nuestra ancla en tiempos de dolor y sufrimiento. Aunque experimentamos situaciones difíciles, nuestra fe debe estar anclada en la promesa de que Dios nos regresará al Edén y nos dará plenitud eterna.
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