La fe auténtica en Dios es lo único que puede librarnos del juicio y la condenación que el pecado trae sobre el mundo. Así como Rahab confió en el Dios verdadero y fue salvada mientras Jericó caía bajo sentencia divina, nosotros también somos rescatados del juicio eterno por confiar en la obra de Cristo. El cordón rojo en la ventana de Rahab anticipaba la sangre de Jesús, que hoy nos cubre y nos da seguridad de salvación. No importa cuán grandes sean los muros o cuán fuerte parezca la condena, la fe en Cristo es suficiente para salvarnos y darnos paz en medio del juicio. [01:19]
Hebreos 11:31 (RVR1960)
"Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz."
Reflexión: ¿En qué área de tu vida necesitas confiar hoy en la obra de Cristo para dejar de vivir bajo culpa o condenación?
La fe no solo nos salva del juicio, sino que nos da una nueva identidad y nos hace parte de la familia de Dios. Rahab, que antes era marginada y extranjera, fue aceptada y adoptada en el pueblo de Israel, llegando a ser antepasada de Jesús. Así también, cuando crees en Cristo, recibes un nuevo nombre y un nuevo lugar: ya no eres rechazado ni forastero, sino hijo o hija de Dios, heredero de sus promesas y parte de su familia eterna. [05:05]
Juan 1:12 (RVR1960)
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."
Reflexión: ¿De qué manera tu identidad como hijo o hija de Dios puede transformar la forma en que te ves a ti mismo y a los demás hoy?
Dios no solo te salva y te adopta, sino que también te conecta con su propósito eterno. Rahab, por su fe, fue incluida en la genealogía de Jesús y su pequeño acto de obediencia se convirtió en parte del plan de redención para el mundo entero. Así, ningún acto de fe es insignificante; Dios puede usar tu obediencia hoy para impactar generaciones y cumplir su obra redentora a través de ti. [06:52]
Mateo 1:5 (RVR1960)
"Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí."
Reflexión: ¿Qué pequeño acto de fe o obediencia puedes hacer hoy, confiando en que Dios lo puede usar para su propósito eterno?
No fuiste salvado solo para esperar el cielo, sino para caminar en las buenas obras que Dios preparó de antemano para ti. Eres hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para vivir una vida de propósito, sirviendo y bendiciendo a otros. Tu fe te impulsa a actuar, sabiendo que cada paso de obediencia fue planeado por Dios y tiene valor eterno. [07:33]
Efesios 2:10 (RVR1960)
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Reflexión: ¿Cuál es una buena obra específica que puedes hacer hoy, sabiendo que Dios la preparó para ti?
No importa tu pasado, tus fracasos o debilidades; la sublime gracia de Dios es suficiente para ponerte en el centro de su plan eterno. Así como Rahab fue transformada por la gracia y usada poderosamente, tú también puedes confiar en que la gracia de Dios te capacita y te llama a caminar en lo que Él ha preparado para ti. No se trata de tus méritos, sino de su gracia que te sostiene y te envía. [09:13]
2 Corintios 12:9 (RVR1960)
"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo."
Reflexión: ¿Qué área de tu vida necesitas rendir hoy a la gracia de Dios, confiando en que Él puede usarte a pesar de tus debilidades?
La historia de Rahab nos muestra el poder transformador de la fe en Dios. Rahab, una mujer marginada y condenada por su pasado, vivía en una ciudad bajo juicio divino. Sin embargo, al escuchar de las maravillas de Dios y confiar en Él, su fe la separó del destino de destrucción que enfrentaba su ciudad. El cordón rojo que colgó en su ventana fue un símbolo de esa fe, anticipando la sangre de Cristo que nos libra del juicio eterno. Así como Rahab fue salvada no por sus méritos, sino por confiar en la misericordia de Dios, nosotros también somos salvos únicamente por la sangre de Jesús y no por nuestras obras o moralidad.
La fe no solo nos libra del juicio, sino que nos introduce en la familia de Dios. Rahab no quedó como extranjera; fue aceptada, adoptada y llegó a ser parte del pueblo de Israel. Su vida fue transformada: de marginada a madre de Boaz, antepasado de David y de Jesucristo mismo. Esto nos recuerda que, al poner nuestra fe en Cristo, recibimos una nueva identidad como hijos de Dios, sin importar nuestro pasado. La fe nos da un nuevo nombre y un nuevo lugar en la familia celestial.
Además, la fe nos conecta con el propósito eterno de Dios. El pequeño acto de fe de Rahab, al colgar el cordón rojo, fue usado por Dios para impactar generaciones y formar parte del plan de redención del mundo. No hay acto de fe demasiado pequeño; Dios puede usar nuestra obediencia para abrir caminos de salvación para otros, incluso para generaciones futuras. Somos creados en Cristo para buenas obras que Dios preparó de antemano para nosotros.
Por último, la sublime gracia de Dios es la que nos permite ser parte de su plan eterno, a pesar de nuestras debilidades y nuestro pasado. No importa cuán lejos hayamos caído o cuán oscuro sea nuestro pasado, la gracia de Dios nos restaura, nos da propósito y nos invita a caminar en las obras que Él ha preparado para nosotros. Dios no solo quiere salvarnos, sino también usarnos para su obra redentora en el mundo hoy.
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