Dios pone en el corazón de las personas una carga y una visión específica para actuar en favor de su pueblo, como lo hizo con Nehemías, quien, al escuchar sobre la calamidad de Jerusalén, fue profundamente conmovido y motivado a orar, ayunar y buscar la dirección divina. Cuando Dios llama, también prepara el momento y el lugar, y mueve el corazón para que la misión se cumpla, incluso si parece que ya hemos alcanzado el “tope” de nuestra vida profesional o personal. Así como Nehemías, podemos estar en el lugar correcto, en el momento correcto, para ser instrumentos de restauración y bendición, si permitimos que Dios conmueva nuestro corazón y respondemos con obediencia. [12:10]
Nehemías 1:1-11 (NVI)
1 Palabras de Nehemías hijo de Jacalías. En el mes de Quisleu del año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa, 2 llegó Hananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro y por Jerusalén. 3 Ellos me respondieron: —Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego. 4 Al escuchar esto, me senté a llorar. Hice duelo por algunos días; ayuné y oré al Dios del cielo. 5 Le dije: «Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos, 6 te suplico que me prestes atención, que fijes los ojos en este siervo tuyo, que de día y de noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. 7 Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho. Hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés. 8 Recuerda, te suplico, lo que dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones; 9 pero, si vuelven a mí y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo, los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar.” 10 Ellos son tus siervos y tu pueblo, al cual redimiste con gran despliegue de fuerza y poder. 11 Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu nombre. Te pido que a este siervo tuyo le concedas éxito y ganarse el favor del rey.» En aquel tiempo yo era copero del rey.
Reflexión: ¿Qué situación o necesidad a tu alrededor conmueve tu corazón hoy? ¿Estás dispuesto a orar y buscar la dirección de Dios para actuar en esa área?
Cuando el pueblo de Dios se une con un solo sentir y una sola visión, grandes cosas pueden ser restauradas y reconstruidas, como sucedió en Jerusalén bajo el liderazgo de Nehemías. No se trata solo de un llamado individual, sino de un llamado comunitario donde cada miembro aporta y se suma a la misión, dejando de lado divisiones y trabajando juntos para restaurar lo que se ha perdido. La verdadera reconstrucción ocurre cuando todos, desde los líderes hasta los más humildes, se comprometen y actúan en unidad, permitiendo que la mano de Dios esté sobre ellos y que la visión se haga realidad. [21:18]
Nehemías 3:1-5 (NVI)
1 El sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros, los sacerdotes, trabajaron en la reconstrucción de la puerta de las Ovejas. La repararon y la colocaron en su lugar, y reconstruyeron también la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Jananel. 2 El tramo contiguo lo construyeron los hombres de Jericó, y el tramo siguiente, Zacur hijo de Imrí. 3 La puerta de los Peces la reconstruyeron los descendientes de Sená; colocaron las vigas y pusieron la puerta en su lugar, con sus cerrojos y barras. 4 El tramo contiguo lo reconstruyó Meremot hijo de Urías y nieto de Cos; el tramo siguiente, Mesulam hijo de Berequías y nieto de Mesezabel; el siguiente tramo, Sadoc hijo de Baaná. 5 Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con sus dirigentes.
Reflexión: ¿De qué manera puedes sumarte activamente a la visión y misión de tu iglesia o comunidad, aportando tus dones y recursos para la reconstrucción espiritual y práctica?
La verdadera restauración no termina con la reconstrucción física, sino que lleva a una consagración profunda, donde el pueblo busca la Palabra de Dios, se arrepiente, y experimenta un hambre renovada por conocer y obedecer la voluntad divina. Cuando el pueblo escucha la Palabra, se conmueve, se arrepiente y se consagra, no solo como un acto externo, sino como una transformación interna que produce gozo, fortaleza y un deseo continuo de buscar más de Dios. La consagración implica confesar pecados, apartarse del mal y buscar al Señor con todo el corazón, permitiendo que Su Espíritu transforme y purifique. [25:43]
Nehemías 8:1-12 (NVI)
1 Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Le pidieron al maestro Esdras que trajera el libro de la ley que el Señor había dado a Israel por medio de Moisés. 2 Así que el primer día del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres, y de todos los que podían comprender la lectura. 3 Y la leyó en presencia de ellos, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres, mujeres y de todos los que podían comprender. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley. 4 El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Sema, Ananías, Urías, Hilcías y Maseías; a su izquierda, Pedahías, Misael, Malquías, Hasún, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. 5 Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues estaba más alto que todos. Cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. 6 Esdras bendijo al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén y amén!» Luego adoraron al Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente. 7 Los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Kelita, Azarías, Jozabad, Hanán y Pelaía explicaban la ley al pueblo, que permanecía en su sitio. 8 Leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura. 9 Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo le dijeron: «No lloren ni se pongan tristes, porque este día ha sido consagrado al Señor su Dios.» 10 Luego Nehemías añadió: «Ya pueden irse, coman bien, beban bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza.» 11 También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo, diciendo: «Tranquilos, no estén tristes, que este es un día santo.» 12 Así que todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado.
Reflexión: ¿Qué pasos concretos puedes tomar hoy para buscar más de la Palabra de Dios y consagrar tu vida a Él, permitiendo que Su gozo sea tu fortaleza?
La iglesia de Laodicea, aunque rica y acomodada, fue reprendida por su tibieza espiritual: ni fría ni caliente, sino indiferente y autosuficiente, sin reconocer su verdadera necesidad de Dios. Jesús llama a esta iglesia, y a todos nosotros, a arrepentirnos, a abrir la puerta de nuestro corazón y a buscar fervientemente Su presencia, pues solo así podemos experimentar una vida transformada y victoriosa. El peligro de la tibieza es creer que no necesitamos nada, cuando en realidad estamos espiritualmente pobres, ciegos y desnudos; pero la promesa es que si respondemos al llamado de Cristo, Él entrará, cenará con nosotros y nos dará victoria. [38:40]
Apocalipsis 3:14-22 (NVI)
14 Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el soberano de la creación de Dios: 15 Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada.” Pero no te das cuenta de que eres un infeliz, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico, ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez, y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Reflexión: ¿En qué áreas de tu vida te has vuelto tibio o indiferente espiritualmente, y cómo puedes hoy abrir la puerta a Jesús para que Él renueve tu pasión y compromiso?
Sin la presencia y el poder del Espíritu Santo, todo esfuerzo humano, por más noble y organizado que sea, es insuficiente para producir un cambio duradero y verdadero en la vida personal y comunitaria. La historia de Nehemías muestra que, aunque se puede lograr mucho con esfuerzo y unidad, la transformación real y permanente solo ocurre cuando el Espíritu de Dios está presente, guiando, purificando y renovando. Hoy, más que nunca, necesitamos depender del Espíritu Santo, buscar Su llenura y permitir que Él sea quien nos impulse, nos transforme y nos lleve a cumplir la misión de Dios en la tierra. [36:34]
Hechos 1:8 (NVI)
8 Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
Reflexión: ¿Estás intentando vivir la vida cristiana y servir a Dios en tus propias fuerzas, o dependes diariamente del Espíritu Santo? ¿Cómo puedes buscar hoy una mayor llenura y dependencia de Su poder?
Hoy hemos reflexionado sobre el llamado de Dios a nuestras vidas, inspirándonos en la historia de Nehemías y en la experiencia de la iglesia en Indonesia. Al ver cómo los cristianos en Indonesia, a pesar de la persecución y las dificultades, mantienen una fe viva y una pasión por el Señor, somos desafiados a examinar nuestra propia comodidad y tibieza espiritual. La historia de Nehemías nos muestra un proceso claro: primero, el llamado y el arrepentimiento; luego, la reconstrucción en unidad; y finalmente, la consagración y el deseo de una vida transformada por Dios.
Nehemías fue conmovido por la necesidad de su pueblo y, aunque tenía una posición privilegiada, no se conformó con la comodidad. Permitió que Dios moviera su corazón y respondió al llamado, tomando riesgos y dejando atrás su seguridad. Así también, el pueblo entero fue tocado por Dios, se unió en una sola visión y juntos reconstruyeron lo que se había perdido. Sin embargo, la historia nos recuerda que el esfuerzo humano, por más noble que sea, no es suficiente si no está sostenido por el Espíritu Santo. La obra de Nehemías, aunque impresionante, no perduró porque faltaba la presencia transformadora de Dios en medio de ellos.
Al mirar la carta a la iglesia de Laodicea en Apocalipsis, vemos un espejo de nuestra realidad: una comunidad que cree tenerlo todo, pero que en realidad está vacía y necesitada de un verdadero encuentro con Cristo. Jesús está a la puerta, llamando, deseando entrar y renovar nuestras vidas. No basta con la tradición, la comodidad o el esfuerzo humano; necesitamos un arrepentimiento genuino y una búsqueda ferviente del Espíritu Santo.
Hoy, el desafío es claro: no conformarnos con una fe tibia ni con la autosuficiencia. Debemos buscar a Dios con todo nuestro corazón, arrepentirnos, y permitir que el Espíritu Santo nos llene y nos guíe. Solo así veremos una transformación real en nuestras vidas, en nuestra iglesia y en nuestra ciudad. El Señor está dispuesto a hacer nuevas todas las cosas si respondemos a su llamado con humildad y hambre de Él.
Aunque en un país donde hay persecución contra los cristianos, aunque en este momento aparentemente está leve, aunque es un país lleno de 200 millones de musulmanes, aunque es un país donde pues habían protestas políticas, era un martes en la mañana y la iglesia estaba llena de pastores con hambre del Señor. Era una iglesia llena y era como de las 7 de la mañana a las 9 de la noche, y ahí estaban los pastores llorando y tratando de hacer algo para su país. Me pareció tan pero tan bonito, de que me encantaría, me encantaría de que pudiéramos ser así. [00:04:01] (51 seconds) #IglesiaConHambre
Nehemías es llamado hacia la misión que Dios tiene para él en su vida. Él es llamado por el arrepentimiento de su pueblo. El pueblo se arrepiente y regresan a la tierra prometida en el tiempo de Dios. Y Nehemías oye que miren, las murallas están caídas y Dios conmueve su corazón y él entiende: Dios me está llamando. [00:05:33] (30 seconds) #LlamadoDeDios
Nehemías seguro tenía problemas. Vemos que ahí tenía una familia, seguro tenía hijos, su esposa. Él pudo haber dicho: sí, qué terrible Jerusalén que no tiene murallas ni puertas, pero ¿verdad? Yo tengo que trabajar, no, no puedo hacer nada. Él se pudo haber apartado de los planes de Dios. Pero Dios lo tenía en el lugar correcto, en el momento correcto, para poder conmover su corazón, para que los planes que estaban sobre su vida dieran fruto, para que él pudiera hacer aquellas cosas que eran mayores que todos sus sueños. [00:12:14] (38 seconds) #CorazonConmovido
Nehemías tenía la visión, tenía la misión que Dios le había dado, tenía aquellos que le habían dado que él le tocaba hacer, ya sabía que estaba pasando. Y podemos decir: la mano del Señor estaba sobre él, el Espíritu de Dios estaba con él, le da gracia y favor ante esta gente. Mira lo que toca hacer y no tiene miedo, sino que entiende, tiene que estar esforzado y ser valiente, y va y les habla. Y cuando les habla, ellos entienden y se suman a la misión, y todos juntos, unánimemente, de un solo corazón, empiezan a caminar con la visión. [00:15:49] (39 seconds) #VisionYValor
Vemos de que no es un evento donde Nehemías va, consigue dinero y lo construye solo. No, esto es algo de que el pueblo entero, unánimemente, con un mismo sentir, con un solo sentir, se mueven y actúan, y se mueven y actúan. Esto es lo que estamos buscando, hermanos, para nuestra iglesia. Necesitamos ser así. Necesitamos reconstruir quienes somos como una iglesia. Necesitamos reconstruir aquello de que se ha perdido. [00:21:07] (34 seconds) #ReconstruirLaIglesia
Vemos de que esto no para, de que esto no solo es un instante. Ellos van y se consagran a sí mismos, entregan su corazón, van y buscan la ley, y en esto no para, sino que el día siguiente compran la ley, continúan buscando la ley, continúan buscando a los maestros de la ley, continúan diciendo: tengo hambre, algo ha sido despertado en mi corazón y necesito a más de Dios, necesito entender su ley, necesito más. [00:25:19] (32 seconds) #ConsagracionContinua
Me parece que el esfuerzo humano te puede llevar tan lejos, pero esta historia no termina bien. La próxima semana vamos a leer el último capítulo, el capítulo 13, y nos vamos a dar cuenta que el pueblo no cambia. El pueblo hace tanto, pero lo hacen según sus estatutos y sus tradiciones, y necesitan algo más. Necesitan un cambio. Necesitan el Espíritu de Dios. Necesitan el Espíritu Santo. Y necesitan a Cristo, que todavía no ha llegado en esa historia. Amén. [00:35:49] (39 seconds) #NecesitamosCambio
Ellos van todos los domingos a la iglesia, van, se sientan, escuchan, alaban, aplauden, pero no hay un cambio. El Espíritu de Dios está con ellos, pero no ven nada. Y entonces las cosas están ni frías ni calientes. Si estuvieran fríos, sería una cosa. Si estuvieran calientes, sería otra cosa. [00:41:59] (22 seconds) #FrioOCaliente
Hermanos, no somos tan diferentes. Pero necesitamos hacer aquello de que se le llama a la iglesia de la odisea. La odisea. Necesitamos, hermanos, arrepentirnos. Necesitamos entregar nuestros corazones y saber: Jesús está a la puerta, tocando y diciendo: Yo lo haré de nuevo con ustedes. Aquellas cosas que ustedes vieron antes, las volverán a hacer si solo nos arrepentimos, si solo entregamos nuestro corazón, si solo buscamos cuál es su buena, perfecta y agradable voluntad. Entonces, Él lo hará de nuevo. No hay duda en nosotros, hermanos. Esta es una promesa para nosotros. [00:45:57] (47 seconds) #IglesiaDeLaOdisea
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