Uno de los mayores retos que tenemos los cristianos no es solamente hacerlo correcto, sino hacerlo con la motivación, con el corazón correcto.
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La obediencia en nuestros corazones viene de un corazón que ha sido transformado por el evangelio de Jesucristo. Recuerden lo que vimos en los versículos anteriores del capítulo 2: cómo Cristo se humilló, cómo Cristo obedeció al Padre, cómo Él fue exaltado hasta lo sumo y se le dio un nombre que es sobre todo nombre. Aquí no se trata de cumplir, mis amados, sino reflejar con gozo y humildad el carácter de Jesucristo. Vivir como Él vivió.
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Todo lo que viene a nuestras vidas, escúchenme bien, toda situación, toda prueba que venga a nuestras vidas debemos enfrentarla como, con humildad, con gozo, con sumisión, no con una actitud negativa y eso es lo que nosotros debemos aprender. No hay excepciones, ya sea una responsabilidad cotidiana, algo que hacemos todos los días o una dificultad inesperada, una providencia aflictiva, todo debe hacerse con una disposición reverente, humilde y agradecida.
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La murmuración revela egoísmo, insatisfacción, porque cuando no entendemos lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, ¿qué es lo primero que nosotros hacemos? Nos quejamos en contra de Dios y eso es lo que él está evitando.
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La iglesia no es un museo de santos. La iglesia es un hospital para pecadores. Y siempre debemos recordar que todos nosotros somos pecadores delante de Dios y que si estamos aquí hoy es por la gracia de Dios en nuestras vidas, no por ningún mérito o ninguna buena obra que hayamos hecho.
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Si Dios no nos despreció a nosotros, nosotros no debemos despreciar a nadie por su trasfondo social, económico, por su estilo de vida. Por eso esta iglesia se llama iglesia bíblica ¿Cómo se llama? Sola gracia. Porque nosotros queremos ver todo tipo de personas transformadas, transformadas por la gracia de Dios.
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Debemos entender que Dios es soberano en su gracia y es que Él da a cada uno conforme a su voluntad. Y te da a ti conforme a su voluntad, no conforme a tus expectativas, no conforme a lo que tú estás esperando. Y cuando yo murmuro, yo estoy murmurando en contra de la generosidad de Dios porque estoy diciendo: Yo merezco más, yo merezco más de lo que tú me has dado.
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Muchas veces nuestra murmuración no nace de una injusticia real, sino que no reconocemos lo que Dios nos ha dado en un momento dado. No queremos aceptar con gratitud una situación específica y al compararnos con otros, ¿qué pasa? Nos llenamos de resentimiento, perdemos el gozo, se nos olvida que Dios da a cada persona conforme a su gracia y a su misericordia infinita y que yo debo aceptar los tratos de Dios para conmigo.
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La murmuración no nace por falta de bendiciones. La murmuración nace de un corazón que no descansa plenamente en la soberanía, la sabiduría y el amor de Dios.
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El quejarse es síntoma de estar fuera de contacto con el poder de Dios. Y aquí, eso es lo que Pablo le está diciendo a los filipenses: Hagan todo sin murmuraciones y luego dice ni discusiones.
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La murmuración es algo emocional. La discusión, el debate es algo más racional, más crítico. Pero ambos nacen de un corazón que resiste la voluntad de Dios.
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Dios se equivocó conmigo, eso es murmurar. Dios se equivocó al ponerme en esta situación. Discutir es: Yo sé hacer las cosas mejor que Dios. Esas son las dos diferencias.
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Irreprensibles describe a una persona que no da motivo de acusación o de escándalo. No es una persona perfecta, óigame bien, porque ninguno de nosotros es perfecto, sabemos. Todos nosotros tenemos pecados remanentes en nosotros, pero es una persona que vive con integridad en su caminar con Dios y su vida confirma lo que dice creer del Evangelio.
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Ser sencillo es ser auténtico, sin mezcla, con un corazón íntegro, transparente delante de Dios y delante de los hombres. Es contrario a llevar una doble vida.
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La fe verdadera va acompañada de humildad. Y recuérdense el ejemplo de Cristo en Filipenses 2 .5. Cuando yo soy humilde, yo no estoy buscando la aprobación de los demás. Pero cuando yo soy orgulloso, yo busco la aprobación de los demás y me comparo con los demás. La fe verdadera me lleva a depender de Cristo. Mi confianza está en Él. La sonrisa que yo quiero ver en mi corazón es la sonrisa de Cristo. No la sonrisa del mundo.
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Nuestra identidad espiritual somos hijos adoptivos de Dios, adoptados por Dios. Y se nos dice sin mancha, que es lo que hemos venido viendo. Ese carácter santo que debe marcar nuestras vidas. Cuando dice como hijos, que lo que está diciendo es que nosotros hemos sido engendrados por Dios. Dios es que nos ha dado la vida eterna. Nosotros no hicimos nada para ganarnos esa vida eterna.
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Si como hijos de Dios, tú y yo estamos llamados a vivir sin mancha. No fuimos escogidos para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. Debemos serlos. No se trata de ser perfectos, como yo dije, pero sí de vivir con integridad.
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El mundo que nos rodea no es neutral. El mundo que nos rodea está torcido y pervertido en su forma de ver el sexo, en su forma de ver el matrimonio, en su forma de ver la familia, en su forma de aplicar la justicia, en su forma de aplicar la autoridad, en buscar el propósito de la vida, en lo que es la verdadera felicidad. Y tú y yo en medio de ese mundo maligno y perverso estamos llamados como vamos a ver a resplandecer como luminares.
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Pablo nos está diciendo, ustedes los creyentes deben ser visibles, deben ser firmes, deben ser limpios, deben ser confiables aunque todas las personas a su alrededor vivan de una manera contraria a lo que enseña la palabra de Dios. ¿Y cómo debemos hacerlo? Sosteniendo firmemente la palabra de vida.
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La palabra de vida es el evangelio, el mensaje de Jesucristo que tiene poder para salvarnos, transformarnos, darnos vida eterna. Y ustedes son un ejemplo de eso aquí, de la obra de Dios en nuestras vidas. No es solamente una enseñanza, es la verdad de Dios que el mundo necesita escuchar.
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No hemos sido llamados solamente a vivir la palabra, sino a proclamar esa palabra. Mis hermanos, no importa lo que pase, nosotros tenemos un mensaje de vida eterna, de vida eterna, de salvación. Miles de personas, millones pueden morir diariamente y van camino a una condenación eterna. Y nosotros tenemos ese mensaje de vida eterna. No podemos esconderlo, no podemos callarlo, no podemos adulterarlo, no podemos suavizarlo para agradar a otras personas.
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En conclusión, una vida que agrada a Dios, una vida que alumbra al mundo, una vida que trae gozo a los pastores. Eso es lo que Pablo nos está diciendo. Nos ha llamado a vivir sin murmuraciones ni discusiones por nuestro bien espiritual, por causa de los incrédulos y por el gozo de sus líderes.
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Vamos a continuar corriendo la carrera, vamos a vivir de tal manera que cuando llegue el día de Cristo podamos ser presentados sin mancha y podamos oír la voz del Señor cuando nos diga bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor. Eso va a ser un día glorioso, pero yo quiero que tú te hagas también una pregunta sincera. Habla mi vida más que mis palabras. Que el Señor nos conceda la gracia de vivir con coherencia para que nuestras acciones, para que nuestro testimonio, para que nuestra vida no contradiga el mensaje que nosotros proclamamos.
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