La perspectiva de que este mundo no es nuestro hogar transforma radicalmente la manera en que vivimos y nos relacionamos con los demás. Al entender que nuestra ciudadanía está en el reino de Dios y que aquí solo estamos de paso, aprendemos a valorar lo eterno por encima de lo temporal. Esta visión nos ayuda a soportar dificultades, a no aferrarnos a las cosas materiales y a vivir con esperanza, sabiendo que nuestro verdadero hogar está con el Padre. Así, nuestras prioridades y actitudes cambian, y buscamos que la voluntad de Dios se haga aquí como en el cielo. [41:56]
Juan 14:1-3 (RVR1960)
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Reflexión: ¿De qué manera tus prioridades diarias reflejan que tu verdadero hogar está en el cielo y no en este mundo?
Como hijos de Dios, llevamos el nombre de Cristo en cada aspecto de nuestra vida, no solo en la iglesia sino también en el trabajo, en la familia y en la sociedad. Esto significa que nuestras acciones, palabras y actitudes son un testimonio vivo del carácter de Dios ante el mundo. Cuando actuamos con integridad, respeto y amor, incluso ante quienes no lo merecen, honramos el nombre de Cristo y evitamos que su nombre sea blasfemado. Nuestra identidad como portadores de su nombre nos llama a vivir de manera que otros vean a Jesús reflejado en nosotros. [45:56]
1 Timoteo 6:1 (RVR1960)
“Todos los que están bajo el yugo de esclavitud tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina.”
Reflexión: ¿En qué situaciones cotidianas puedes ser más intencional en reflejar el nombre de Cristo a quienes te rodean?
No estamos aquí solo de paso; tenemos una misión encomendada por Jesús: hacer discípulos de todas las naciones. Así como Cristo fue enviado por el Padre y completó la obra de salvación, ahora nosotros somos enviados a continuar su obra, compartiendo el evangelio y enseñando a otros a obedecer sus mandamientos. Nuestra vida tiene propósito y dirección, y cada día es una oportunidad para participar en la misión de Dios, sabiendo que Él está con nosotros hasta el fin. [50:37]
Mateo 28:18-20 (RVR1960)
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Reflexión: ¿A quién puedes acercarte esta semana para compartir el amor de Cristo o animar en su caminar con Dios?
La manera en que nos comportamos en nuestro trabajo, especialmente ante autoridades difíciles o injustas, es una oportunidad para mostrar la diferencia que Cristo hace en nosotros. Aunque el mundo justifique la queja o el desdén, nosotros somos llamados a honrar y respetar, no por la dignidad del jefe, sino por obediencia a Dios y para que su nombre sea glorificado. Esta actitud contracultural puede abrir puertas para que otros vean el evangelio en acción y se pregunten por la esperanza que hay en nosotros. [33:31]
Colosenses 3:22-24 (RVR1960)
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”
Reflexión: ¿Cómo puedes cambiar tu actitud hacia una autoridad difícil en tu vida laboral para honrar a Dios y ser testimonio de su Reino?
Dios nos ha dado su Palabra como una guía clara y suficiente para nuestra vida y conducta. Aceptar y obedecer sus enseñanzas es reconocer la autoridad de Cristo sobre nosotros, mientras que rechazarla es poner nuestra opinión por encima de la suya. En un mundo lleno de opiniones y debates, necesitamos humildad para someternos a la Palabra, aprender de ella y enseñarla a otros, sabiendo que en ella encontramos el camino a la vida y la verdadera sabiduría. [01:05:22]
2 Timoteo 3:16-17 (RVR1960)
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Reflexión: ¿Hay alguna enseñanza bíblica que te cueste aceptar o poner en práctica? ¿Qué pasos puedes dar hoy para someterte a la autoridad de la Palabra de Dios?
En la vida cristiana, confiar en Dios es un fundamento seguro que nos sostiene en medio de cualquier circunstancia. Al reunirnos como iglesia, no solo celebramos Su fidelidad, sino que también aprendemos a aplicar principios bíblicos en nuestra vida diaria, especialmente en nuestras relaciones y responsabilidades. El apóstol Pablo, en su carta a Timoteo, nos desafía a considerar a aquellos en autoridad sobre nosotros —incluso cuando no parecen dignos— como merecedores de honor. Aunque la esclavitud en el Imperio Romano era una realidad muy distinta a nuestras experiencias actuales, el principio subyacente sigue vigente: nuestra actitud hacia quienes nos lideran debe reflejar el carácter de Cristo, no la cultura que nos rodea.
Este llamado a honrar a otros, incluso en situaciones injustas o difíciles, no es simplemente una cuestión de ética laboral, sino una expresión de nuestra identidad como ciudadanos del Reino de Dios. Al poner nuestra fe en Cristo, hemos sido trasladados de las tinieblas a la luz, adoptados en la familia de Dios y enviados como embajadores de Su nombre. Nuestro verdadero hogar no está aquí; somos peregrinos en la tierra, llamados a vivir con una mentalidad celestial que transforma la manera en que trabajamos, servimos y respondemos a la adversidad.
Llevar el nombre de Cristo implica una responsabilidad profunda: nuestras acciones y actitudes son un testimonio vivo del Evangelio. Cuando elegimos honrar a quienes nos lideran, incluso si no lo merecen, protegemos el nombre de Dios de la blasfemia y mostramos al mundo una manera diferente de vivir. No se trata de defender nuestro propio nombre o reputación, sino de reflejar la gloria y el carácter de Jesús en todo lo que hacemos.
Además, hemos sido comisionados por el Rey para continuar Su misión en la tierra. Así como Jesús fue enviado por el Padre, nosotros somos enviados a hacer discípulos, enseñar Su palabra y vivir conforme a Sus enseñanzas. Esta misión no termina hasta que lleguemos a nuestro verdadero hogar. Mientras tanto, cada día es una oportunidad para confiar en la provisión de Dios, amar a nuestro prójimo y vivir de manera que Su nombre sea exaltado. Que el Señor nos ayude a crecer en esta mentalidad del Reino, a confiar más en Él y a vivir para Su gloria en cada aspecto de nuestra vida.
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Hemos sido sacados de las tinieblas. Hemos sido adoptados en la familia de Dios. Donde Dios el Padre es también nuestro Padre ahora. Simplemente todavía no podemos ir a casa. Todavía quedan algunas cosas que hacer aquí. Pero esto no es nuestro hogar. Eso debe cambiar nuestro modo de pensar. [00:43:04] (43 seconds) #AdoptadosParaTransformar
Presentamos ese camino y esa instrucción de salvación para salir del camino de las tinieblas. Pero no termina ahí. Ahí no se ha terminado la obra de hacer discípulos. Miren lo que implica el hacer discípulos. Dos cosas de las que Cristo se preocupa mucho. Literalmente quiere decir sumérjanlos en el nombre. Y no es en los nombres sino en el nombre. Padre, Hijo y Espíritu Santo comparten un mismo nombre. Y nosotros llevamos ese nombre. Hemos venido a ser discípulos de Jesucristo. Y por ello ahora nuestras acciones tienen un impacto sobre el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. [00:54:10] (86 seconds) #MisionYProvisiónDelPadre
Y luego la promesa más grande que necesitamos en todo esto: salvado de las tinieblas, parte del reino de Dios. Y es su enseñanza la que nos da este mandato que debemos seguir. Su misión se ha convertido en nuestra comisión. [00:56:20] (50 seconds) #EnseñanzasQueTransformanVidas
Hay dos cosas que son vitalmente importantes. El nombre de Dios. El nombre de nuestro Señor Jesús. Y su palabra. Nuestras acciones son un testimonio de que esto es real. Nosotros decimos que este es el camino que lleva a la vida. [01:08:04] (36 seconds)
No se trata de mi nombre. Mi nombre aquí es pasajero. Pero su nombre es eterno. En su nombre. Y eso debe transformar todo lo que hacemos en este mundo. [01:10:33] (28 seconds) #NombreEternoTransformador
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