La Encarnación: Amor, Humildad y Esperanza en Cristo

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El apóstol Juan nos deja ver esta realidad a través de por lo menos tres verdades. Tres verdades clásicas que nosotros vemos en el versículo 14. En primer lugar, el verbo. Se hizo carne. En segundo lugar, habitó entre nosotros. Y en tercer lugar, vimos su gloria. Y esa es incluso la estructura de nuestro sermón del día de hoy. [00:30:17] (26 seconds)


El hecho de que Dios se encarnara muestra el profundo amor y la profunda humillación que Él decidió aceptar por nosotros. Déjenme ponerlo de otra manera. ¿Cuántos de nosotros dejaríamos el trono, la gloria y los privilegios para vivir de forma limitada? ¿Cuántos de nosotros dejaríamos el trono, la gloria y los privilegios perseguida y con la promesa de la muerte? Ninguno. Ninguno. [00:34:19] (27 seconds)


La encarnación es central para el pacto de gracia. Cristo, como mediador del pacto, debía ser plenamente humano para representar a los hombres, y plenamente Dios para garantizar su obra redentora. Por eso es 100 % hombre, 100 % Dios. [00:40:32] (20 seconds)


Cristo tomó nuestra carne para que nosotros pudiéramos tomar su gloria. El hecho de que el verbo se hiciera carne, significa que Dios cumplió su promesa. La promesa que vimos en Génesis 3:15, que surgiría una simiente, que vendría un descendiente. Bueno, el descendiente nació. El descendiente se hizo carne. El verbo se hizo carne. Dios se encarnó. [00:43:51] (31 seconds)


Cristo se encarnó para restaurar la comunión perdida con su pueblo. La encarnación no sólo revela su humildad, sino que nos muestra su cercanía. Cristo no sólo vino para salvarnos desde la distancia, sino para habitar entre nosotros, para ser hermanos en Manuel, Dios con nosotros. [00:44:48] (24 seconds)


Dios le dijo a las tribus, vivan alrededor y en el centro van a poner mi tabernáculo, para que sepan que el centro de esa comunidad soy yo, y yo voy a morar con ustedes. Allí en ese tabernáculo su gloria descendía, y aunque hubiera sido un tabernáculo, no hubiera sido un tabernáculo. La gloria revelada, su presencia era real. [00:49:32] (25 seconds)


Dios no es un rey lejano. Su presencia en el campamento era la garantía del pacto eterno. Lo que él prometió en Génesis, que enviaría un descendiente, era lo que él mantenía en su propio nombre cuando el pueblo de Israel, cuando había las cortinas de sus casas, veía la gloria de Dios reposando. Dios no es un rey lejano, no es un rey reposado en el tabernáculo. Dios habitó entre nosotros. [00:49:32] (27 seconds)


Mis hermanos, el verbo se hizo carne, habitó entre nosotros y nos mostró su gloria para que nunca más caminemos solos. Él dejó su trono para acercarse a nuestra aflicción, a nuestras luchas, a nuestros pecados, y ahora vivimos con la esperanza de que un día Él regresará por nosotros. [01:11:25] (28 seconds)


Padre, gracias porque dejaste el trono, Señor, para venir a la iglesia, a esta tierra, para vivir la vida, Señor, que no podíamos vivir, para tomar el lugar que no podíamos tomar, para morir, Señor, la vida que no podíamos morir, para resucitar con poder y ahora darnos vida. [01:11:25] (34 seconds)


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