El corazón de Pablo se quebrantaba al ver a sus hermanos judíos rechazar la invitación de Dios, deseando incluso renunciar a sus propios privilegios en Cristo con tal de que ellos ocuparan su lugar en la mesa. Este dolor profundo no era solo por una cuestión étnica, sino por el anhelo de que todos experimentaran la plenitud de la gracia y la comunión con Dios. Así como Pablo, estamos llamados a sentir ese mismo dolor por aquellos que aún no han respondido al llamado de Cristo, y a orar fervientemente por ellos, permitiendo que el amor de Dios nos impulse a la acción y la intercesión. [10:23]
Romanos 9:1-3
Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.
Reflexión: ¿Quién es la persona cuya ausencia en la mesa de Dios más te duele? Ora hoy por ella, pidiendo a Dios que te dé compasión y oportunidades para acercarla a Cristo.
Dios concedió a Israel grandes privilegios: la adopción, la gloria, los pactos, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas y, sobre todo, el Mesías. Sin embargo, el propósito de todos estos dones era conducirlos a Jesús, el cumplimiento de cada promesa y figura del Antiguo Testamento. Es posible tener acceso a bendiciones espirituales y aún así perder de vista a Cristo, si no reconocemos que todo apunta a Él y que solo en Él hay plenitud y salvación. [17:10]
Romanos 9:4-5
Que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
Reflexión: ¿De qué manera puedes hoy reconocer y agradecer los privilegios espirituales que Dios te ha dado, asegurándote de que te lleven a una relación más profunda con Cristo?
No todos los descendientes físicos de Israel son verdaderamente parte del pueblo de Dios; la verdadera pertenencia se basa en la promesa y la fe, no en la nacionalidad o la herencia. Dios escoge a su pueblo según su propósito y promesa, y esto nos invita a examinar si nuestra confianza está en Cristo y no en tradiciones, familia o méritos propios. La identidad como pueblo de Dios es un regalo de gracia, accesible a todos los que creen en Jesús. [24:01]
Romanos 9:6-8
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
Reflexión: ¿En qué áreas de tu vida tiendes a confiar en tu trasfondo, familia o logros en vez de descansar únicamente en la promesa de Dios en Cristo?
Dios elige a su pueblo no por obras, linaje o méritos, sino por su soberana voluntad y propósito, lo que debe producir en nosotros humildad y gratitud, no orgullo ni pasividad. La doctrina de la elección no es para desmotivarnos, sino para impulsarnos a la misión, a la oración y a la confianza, sabiendo que la salvación es obra de Dios de principio a fin y que Él es digno de toda la gloria. [39:08]
Romanos 9:10-16
Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Reflexión: ¿Cómo puedes hoy rendir tu orgullo y tus planes ante la soberanía de Dios, permitiendo que Él ocupe el trono de tu vida y dándole gracias por haberte llamado por pura gracia?
La realidad de la elección divina no debe llevarnos a la resignación, sino a la oración ferviente y a la acción amorosa por aquellos que aún no han respondido al llamado de Dios. Cada silla vacía en la mesa del pueblo de Dios representa una vida por la que debemos clamar, amar y compartir el evangelio, confiando en que Dios sigue llamando y llenando su mesa con los que Él ha elegido. [44:36]
1 Timoteo 2:1-4
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
Reflexión: ¿Por quién puedes orar y a quién puedes acercarte hoy para invitarle a ocupar su lugar en la mesa de Dios, confiando en que Dios puede usar tu testimonio y oración para atraerle a Cristo?
Hoy regresamos al estudio de la Carta a los Romanos, entrando en una de las secciones más profundas y desafiantes: los capítulos 9 al 11. Aquí, Pablo nos lleva a reflexionar sobre la soberanía de Dios en la salvación y sobre la verdadera identidad del pueblo de Dios. Después de haber visto en los primeros ocho capítulos cómo Dios justifica a los que creen en Cristo y antes de ver cómo debemos vivir como justificados, Pablo se detiene para abordar una pregunta crucial: ¿qué pasó con los judíos, el pueblo escogido, que en su mayoría rechazaron a Jesús? ¿Falló la promesa de Dios?
Pablo expresa un dolor profundo por sus hermanos judíos, comparando su ausencia en la familia de Dios con una silla vacía en la mesa familiar. A pesar de todos los privilegios que Dios les dio —la adopción, la gloria, los pactos, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas y, sobre todo, el Mesías mismo— muchos no reconocieron a Cristo. Pablo muestra un amor tan grande por ellos que estaría dispuesto a renunciar a sus propios privilegios con tal de verlos sentados en la mesa. Sin embargo, nos recuerda que la salvación no depende de nuestros sacrificios, sino del sacrificio de Cristo.
El texto nos lleva a entender que no todos los descendientes físicos de Israel son verdaderamente parte del pueblo de Dios. La pertenencia al pueblo de Dios no se basa en linaje, nacionalidad o esfuerzo humano, sino en la promesa y elección soberana de Dios. Pablo ilustra esto con los ejemplos de Isaac e Ismael, y de Jacob y Esaú, mostrando que la elección de Dios es anterior a cualquier mérito o acción humana. Esto nos confronta con la realidad de un Dios absolutamente soberano, que elige según su propósito y para su gloria.
Esta verdad, lejos de llevarnos a la pasividad, debe impulsarnos a la humildad, a la oración y a la misión. Nos llama a dolernos por las sillas vacías en nuestra propia mesa, por aquellos que aún no han respondido al llamado de Dios. Nos invita a orar, a compartir el evangelio y a confiar en que Dios sigue llamando y llenando esas sillas. Finalmente, nos desafía a rendirnos ante la soberanía de Dios, reconociendo que nuestra salvación es pura gracia y que sólo en Cristo tenemos un lugar en la mesa.
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La gracia y la bendición de Dios sobre otros a los que amamos no depende de que tú hagas un sacrificio por ellos. Depende de que Cristo hizo un sacrificio por ellos. De eso es de lo único, de lo único que depende. [00:13:17] (17 seconds) #GraciaPorSacrificio
El tema de la soberanía de Dios no es tan difícil de entender, es que es difícil de aceptar. Me implica renunciar a mi trono, me implica bajarme del trono, dejar que Dios tome el lugar que le corresponde. Él lo toma, se lo dé yo, no, pero que Dios esté ahí y que en lugar de yo estar peleando por sentarme en el trono, yo esté rendido delante del trono diciéndole Señor, tú eres soberano en mi vida. [00:40:01] (29 seconds) #RendiciónASuSoberanía
El hecho que Dios elija no significa que entonces yo me siento de brazos cruzados diciendo bueno pues si Dios va a hacer lo que Él quiere entonces que Dios haga lo que Él quiere yo no voy a hacer nada. La elección no es un sillón para dormirnos, es un colchón para descansar mientras seguimos corriendo. [00:41:29] (21 seconds) #DescansoActivo
¿Quién es la persona cuya silla vacía te duele ver? Hay alguien en tu vida que tú dices, Señor, yo sé, esa silla está vacía porque falta fulano. ¿Ya sabes quién es esa persona? Llora por ella. Ora por ella, amala, háblale y confía en el Dios que llama porque Él por su gracia los va a llamar a ocupar esa silla. [00:45:39] (37 seconds) #OraciónPorLaMesaCompleta
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