La parábola del fariseo y el publicano nos muestra cómo fácilmente podemos caer en la trampa de confiar en nuestras propias obras y menospreciar a los demás, olvidando que todos necesitamos la misericordia de Dios. El fariseo se justificaba a sí mismo y oraba para ser visto, mientras que el publicano reconocía humildemente su pecado y pedía compasión. Dios mira el corazón y justifica al que se humilla, no al que se exalta. Es vital examinar nuestras motivaciones y recordar que la verdadera justicia viene de Dios, no de nuestras comparaciones con otros. [05:35]
Lucas 18:9-14 (RVR1960)
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Reflexión: ¿En qué área de tu vida tiendes a compararte con otros para sentirte justo? ¿Puedes hoy pedirle a Dios que te muestre tu verdadera necesidad de Su misericordia?
Dios no se impresiona por lo externo ni por las obras visibles; Él examina lo profundo del corazón. Podemos aparentar piedad y cumplir con normas religiosas, pero si nuestro corazón está lejos de Dios, nada de eso tiene valor. Es fácil caer en el error de juzgar a otros por lo que vemos, pero Dios nos llama a examinar nuestro propio interior y a buscar una transformación genuina que nace desde adentro. [09:55]
1 Samuel 16:7 (RVR1960)
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Reflexión: ¿Qué actitudes o pensamientos ocultos necesitas presentar hoy ante Dios para que Él limpie tu corazón y no solo tu apariencia?
Un verdadero discípulo no se conforma con transmitir conocimiento, sino que camina junto a la persona, la conoce y la acompaña en su proceso. Enseñar sin acompañar puede llevarnos a la frialdad y a la actitud farisaica de imponer cargas sin ayudar a llevarlas. El discipulado efectivo implica relación, empatía y compromiso con el crecimiento integral del otro, más allá de la simple instrucción. [22:04]
Mateo 23:1-4 (RVR1960)
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Reflexión: ¿A quién estás enseñando o guiando en la fe? ¿De qué manera puedes hoy acompañar más de cerca su vida y necesidades, no solo su aprendizaje?
El deseo de ser visto, reconocido y ocupar los primeros lugares puede alejarnos del corazón de Dios y acercarnos a la actitud farisaica. La grandeza en el Reino de Dios no se mide por títulos o posiciones, sino por el servicio humilde y la disposición a ayudar a otros a llevar sus cargas. Jesús nos llama a rechazar la “titulitis espiritual” y a valorar la humildad y el servicio por encima del reconocimiento humano. [26:49]
Mateo 23:8-12 (RVR1960)
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Reflexión: ¿En qué áreas de tu vida buscas reconocimiento o validación de otros? ¿Cómo puedes hoy servir a alguien sin esperar nada a cambio?
El fariseo pone excusas y se justifica, usando pequeñas verdades para ocultar grandes verdades que no quiere enfrentar. Las excusas nos frenan y nos impiden crecer espiritualmente, pues nos mantienen en la autojustificación y no en la transformación. Dios nos llama a reconocer nuestras fallas sin excusas, a ser sinceros con Él y a buscar Su ayuda para cambiar, dejando atrás la justificación y abrazando la humildad. [38:09]
Proverbios 28:13 (RVR1960)
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Reflexión: ¿Qué excusa has estado usando últimamente para no obedecer a Dios o crecer en tu fe? ¿Puedes identificar la verdad que hay detrás y presentarla hoy con sinceridad ante el Señor?
En la vida cristiana, existe un peligro sutil pero real: en el afán de ser buenos discípulos, podemos terminar convirtiéndonos en fariseos. Los fariseos, originalmente, eran personas laicas que buscaban agradar a Dios cumpliendo la ley con esmero, pero con el tiempo su devoción se transformó en orgullo, juicio y opresión. Jesús nos advierte sobre este riesgo a través de la parábola del fariseo y el publicano, mostrando que el verdadero discípulo no es el que se justifica a sí mismo ni el que menosprecia a los demás, sino el que reconoce su necesidad de misericordia y se humilla ante Dios.
No todos los fariseos eran hipócritas; ejemplos como Nicodemo y Pablo nos muestran que es posible pasar de fariseo a discípulo genuino. Sin embargo, Jesús denuncia con fuerza la hipocresía de quienes enseñan pero no acompañan, buscan reconocimiento, son materialistas o viven poniendo excusas. Estas son señales claras de que el corazón se está enfriando y alejando del verdadero discipulado.
El conocimiento es valioso, pero una mente llena con un corazón vacío es peligrosa. Enseñar sin acompañar, buscar títulos y reconocimiento, valorar lo material por encima de lo espiritual y justificarse constantemente son actitudes que nos alejan del corazón de Cristo. Jesús nos llama a servir, a acompañar, a valorar la justicia, la misericordia y la fe por encima de las apariencias y las normas externas.
Para volver a ser verdaderos discípulos, el primer paso es reconocer nuestra condición, sin autojustificarnos. El segundo es buscar a Dios con humildad, permitiendo que su Palabra nos transforme en vez de usarla para justificar nuestros errores. Y el tercero es volver al discipulado genuino, donde no solo se enseña, sino que se acompaña y se camina junto al otro. Jesús no pronuncia sus “¡ay!” sobre los fariseos con condena, sino con dolor y deseo de que vuelvan a Él. Hoy, la invitación es a examinar nuestro corazón, reconocer si alguna de estas señales está presente en nosotros y pedirle a Dios que nos ayude a ser discípulos verdaderos, transformados por su gracia y misericordia.
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Dios no menosprecia el conocimiento. El conocimiento es algo muy, muy importante. El problema es que una mente llena con un corazón vacío es muy peligroso. Hay que llenar la mente, pero también hay que llenar el corazón. [00:17:28] (22 seconds) #MenteYCorazonLlenos
Recuerda siempre que la hipocresía comienza cuando la verdad ya no nos transforma y solo la usamos para enseñar a otros. Tenemos que tener mucho cuidado con ello. [00:20:09] (16 seconds) #VerdadQueTransforma
La grandeza en el reino de Dios no se mide por el título que llevas, sino por las cargas que ayudas a llevar a otros. Eso es lo que te hace grande en el reino de Dios, cuando tú estás ayudando a otros a llevar sus cargas. [00:26:49] (18 seconds) #GrandezaEnServicio
Cuando pones excusas, no puedes crecer. Te estás limitando. Y te estás frenando en tu crecimiento. Así que evitemos las excusas a toda costa. [00:38:36] (16 seconds) #SinExcusasNoHayCrecimiento
No busques excusas en la palabra. No, no, no, pero es que si miramos aquí, hay gente que intenta hacer malabares con la palabra para justificar su pecado. No, la Biblia es clara. Es decir, la Biblia dice que esto es...es pecado, esto es pecado. Ya está, no le des más vuelta, deja que la palabra de Dios te transforme. [00:43:56] (22 seconds) #PalabraQueTransforma
El discipulado sin relación te puede convertir en fariseo. Tanto al discípulo como al disipulador, a los dos. Así que tengamos mucho cuidado cuando estemos impartiendo o recibiendo un disipulado. [00:45:52] (18 seconds) #DiscipuladoConRelacion
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