La vida cristiana está marcada por luchas y caídas, pero la verdad central que sostiene al creyente es que, en Cristo Jesús, ya no existe condenación. No importa cuán fuerte sea la batalla contra el pecado, ni cuán miserables nos sintamos a veces, la gracia de Dios permanece firme y su aceptación no depende de nuestro desempeño, sino de la obra perfecta de Jesús. El pecado puede acusar, pero no puede separar al creyente del amor y la gracia de Dios; la condenación ha sido eliminada para siempre para quienes están en Cristo. Esta certeza nos da esperanza, consuelo y libertad para vivir sin temor al rechazo divino, sabiendo que nuestra posición ante Dios está asegurada por la cruz. [05:31]
Romanos 8:1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Reflexión: ¿Hay alguna área de tu vida donde sigues sintiendo culpa o condenación, aunque ya la has confesado a Dios? ¿Puedes hoy entregarla a Cristo y descansar en la verdad de que no hay condenación para ti en Él?
Así como un avión desafía la gravedad por una ley más poderosa, la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús supera la fuerza del pecado y la muerte. Aunque la ley de Dios revela nuestro pecado, no tiene el poder de salvarnos; solo el Espíritu nos capacita para vivir en libertad y obediencia. El Espíritu no niega la existencia del pecado, pero nos da un poder superior para vivir una vida elevada, con propósito y dirección, que nos lleva hacia el destino que Dios tiene para nosotros. Permanecer en Cristo y depender del Espíritu es lo que nos permite experimentar verdadera libertad y victoria sobre la carne. [16:29]
Romanos 8:2-4
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Reflexión: ¿En qué áreas de tu vida sientes que la “gravedad” del pecado te arrastra hacia abajo? ¿Cómo puedes hoy depender más del Espíritu para experimentar su poder liberador?
La manera en que pensamos determina la manera en que vivimos; poner la mente en las cosas del Espíritu es clave para una vida que agrada a Dios. No se trata de perfección, sino de una mente renovada que busca la gloria de Dios, su voluntad, su Palabra, el fruto del Espíritu, la misión del reino y la eternidad. Meditar en la Palabra, examinar si nuestras acciones glorifican a Dios y considerar si estamos dando fruto son prácticas diarias que nos ayudan a mantenernos enfocados en lo eterno y no en lo terrenal. Vivir en el Espíritu es vivir con los pies en la tierra, pero con los ojos en el cielo, permitiendo que Dios moldee nuestros deseos, valores y prioridades. [31:06]
Colosenses 3:1-2
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Reflexión: ¿Qué pensamientos dominan tu mente la mayor parte del día? ¿Qué puedes hacer hoy para enfocar tu mente en las cosas del Espíritu y no en las de la carne?
Aunque la gracia de Dios nos asegura que no hay condenación, esto no es excusa para vivir sin dirección o descuidar nuestro caminar. La vida en el Espíritu requiere un esfuerzo consciente y vigilante de guardar el corazón, cuidar lo que decimos, lo que vemos y hacia dónde dirigimos nuestros pasos. Cada decisión y cada hábito forman el camino por el que transitamos; si queremos llegar a una vida que agrada a Dios, debemos examinar la senda de nuestros pies y apartarnos del mal. La gracia no elimina el esfuerzo, sino que lo redime y le da propósito, guiándonos a una vida de obediencia y santidad. [46:44]
Proverbios 4:23-27
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.
Reflexión: ¿Qué hábito o decisión necesitas ajustar hoy para alinear tu caminar con el Espíritu y guardar tu corazón de aquello que puede desviarte?
Tener el Espíritu de Dios no significa perfección, sino una vida en proceso de transformación, marcada por una lucha constante contra el pecado, arrepentimiento genuino y frutos visibles. El Espíritu nos convence de pecado, nos da una nueva mente y nos sostiene en medio de la debilidad. La pregunta clave no es si somos perfectos, sino si estamos en la lucha, si anhelamos dar fruto y si reconocemos a Dios como nuestro Padre. Si no estás seguro de tener el Espíritu, hoy es el día para correr a Cristo, recibir su gracia y comenzar una vida nueva, con la esperanza de un presente transformado y un futuro glorioso. [38:14]
Gálatas 5:22-25
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Reflexión: ¿Qué fruto del Espíritu te gustaría ver crecer más en tu vida? ¿Qué paso concreto puedes dar hoy para cooperar con el Espíritu en esa área?
Hoy regresamos a Romanos y nos sumergimos en una de las verdades más poderosas y liberadoras del Evangelio: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Pablo, después de abrir su corazón y compartir su lucha interna contra el pecado, nos lleva a este clímax donde la gracia de Dios brilla más fuerte que nuestra debilidad. Todos, en algún momento, hemos sentido la frustración de no poder hacer lo que queremos y de hacer lo que aborrecemos. Pero la esperanza que tenemos en Cristo es que, aunque el pecado sigue presente y la batalla continúa, la condenación ha sido eliminada para siempre para quienes están en Él.
Esta realidad no significa que no habrá acusaciones o que no haya nada digno de ser condenado en nosotros. El enemigo sigue acusando, pero esas acusaciones no tienen peso ante el trono de la gracia. Cuando el diablo nos recuerda nuestro pecado, podemos llevar esa acusación a la cruz y encontrar misericordia y gracia. La obra de Cristo no solo nos limpia de nuestro pasado, sino que nos cubre completamente: Dios no solo nos ve como si nunca hubiéramos pecado, sino como si hubiéramos hecho todo lo correcto, porque ve la justicia de Cristo en nosotros.
Vivir en el Espíritu no es una vida de perfección, sino una vida dirigida y moldeada por el Espíritu. No se trata solo de comportamientos externos, sino de una mente y un corazón enfocados en las cosas de arriba: la gloria de Dios, Su voluntad, Su Palabra, el fruto del Espíritu, la misión del reino y la eternidad. La forma en que pensamos moldea la forma en que vivimos. Por eso, se nos llama a meditar en la Palabra, a examinar nuestros caminos y a guardar nuestro corazón.
La gracia de Dios no elimina el esfuerzo, sino que lo redime. No somos salvos por obedecer, pero sí somos salvos para obedecer. La vida en el Espíritu es un caminar consciente, vigilante y dirigido, no una vida sin dirección. Si hoy no tienes la certeza de estar en Cristo o de tener Su Espíritu, no te vayas igual. Corre a Cristo, recibe Su gracia, y comienza a vivir con la confianza de que ninguna condenación hay para los que están en Él.
Solo porque no haya condenación no significa que no haya acusación. Cuando tú pecas, el diablo sigue acusándonos porque Él es el acusador de los hermanos. Y lo que el texto, o sea, el texto dice no hay ninguna condenación, pero no dice no hay ninguna acusación para los que están en Cristo. Y es que a veces vivimos y necesitamos entender, o sea, no dice que no haya acusación porque la hay. Y no dice que no haya nada digno de ser condenable porque lo es. O sea, nuestro pecado es digno de ser condenable. Lo que sí está diciendo es que cuando el diablo viene con esa acusación y llega adelante del juez del universo, esa acusación es escuchada y es desechada y el juez se rehúsa a condenarnos. [00:09:37] (52 seconds) #LeyRevelaNoSalva
Cuando el diablo venga a acusarte, escúchalo, pero no lo escuches para condenación. Escucha y cuando él escuche la acusación, porque él es el padre de mentira, pero cuando te acusan no miente. Cuando te acusan no está mintiendo. Y dile gracias y toma esa acusación y llévala al trono de la gracia para que haya rendido a los pies. No dejes que te condene y te aplaste, sino que te mande a la cruz. Y postrado sobre la cruz le puedes decir Señor, tienes razón, todo eso lo hice y más. Y en el trono de la gracia dice hay misericordia para todos nosotros y encontramos gracia y misericordia para el oportuno socorro. [00:11:06] (44 seconds) #PoderDelEspiritu
La ley es al final como un rayos X, como una radiografía. Nos enseña donde está roto el hueso pero no lo compone. No manipule el hueso para ponerlo en su lugar, no pone el clavo, el tornillo, la placa, lo que sea que tuviera que hacer, la ley solo nos dice ahí hay algo roto pero no nos salva. [00:14:07] (19 seconds) #JusticiaDeCristoEnNosotros
En Jesús no solo Dios nos mira como alguien que no ha pecado sino ahora Dios nos mira como alguien que ha hecho lo correcto y lo justo porque ve la justicia de Cristo en nosotros. Eso es lo hermoso de lo que pasó en la cruz. Por eso es que habla de que la justicia se cumple en nosotros porque en la cruz ahora la justicia de Jesús vino sobre nosotros y cuando Dios nos ve, nos ve como que si hubiéramos hecho lo que Jesús hizo, todo lo bueno, todo lo justo, todo lo correcto lo ve en, Dios se pone anteojos... que filtran nuestro pecado y lo hacen ver la justicia de Cristo en nosotros. Eso es lo que pasó en la cruz y de verdad necesitamos entender esto, necesitamos que esto entre y que esto cale en nuestros corazones. [00:20:25] (61 seconds) #VidaEnElEspirituNoPerfecta
Andar en el Espíritu, según este texto, es una cosa, y no quiero que nadie tropece por la simpleza de esto, pero nos dice, los que andan en el Espíritu tienen su mente en las cosas del Espíritu, piensan en las cosas del Espíritu, los que andan en el Espíritu se ocupan de las cosas del Espíritu. Y es que la forma en que pensamos impacta la forma en que vivimos. [00:26:19] (28 seconds) #PalabraMoldeaCorazon
¿Piensas en la palabra de Dios? ¿Dejas que la palabra de Dios informe lo que haces, cómo lo haces? ¿Dejas que la palabra de Dios moldee tu corazón? ¿Será que estamos dejando que la palabra de Dios ocupe nuestros pensamientos, que moldee nuestros deseos, le dé forma a nuestros valores y nuestros principios? [00:31:03] (22 seconds) #PensarEnLaEternidad
El que piensa, el que está viviendo en el Espíritu, pues no solo piensa en la gloria de Dios, en la voluntad, en la palabra, piensa en los frutos del Espíritu. Ahora déjame preguntarte, ¿cuándo fue la última vez que te detuviste y te preguntaste, será que mi vida está dando frutos que agraden a Dios? La respuesta no tiene que ser necesariamente sí, pero solo es el considerarlo y decir, ¿será que mi vida está dando frutos que agraden a Dios? ¿Será que en mi vida hay amor, gozo? ¿O paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, templanza, fe? O sea, esos son los frutos del Espíritu. [00:32:20] (42 seconds) #CaminoConsciente
Andar en el Espíritu es pensar en las cosas del Espíritu. Pensamos en el fruto, pensamos en la misión del reino. Una más, una más. Pensamos en la eternidad. Déjenme decirles algo que no quieren oír. ¿Están listos? Y todos lo saben. Un día te vas a morir. No importa cuánto ejercicio hagas, no importa qué tan bien comas, no importa cuántas desintoxicaciones, y sí, un día te vas a morir. Todos nos vamos a morir. La pregunta es, ¿estás viviendo o estás pensando mientras vives en ese día? Y no de una manera así torcida y mórbida. No, simplemente esto no es todo. Esta vida no lo es todo. Un día vamos a cerrar los ojos a esta vida, vamos a abrir los ojos delante del Señor. ¿Qué va a pasar en ese día? [00:34:14] (68 seconds) #DisciplinaEnLasPalabras
No importa dónde has estado, lo que has estado haciendo, la gracia de Dios está disponible y la gracia de Dios no va a garantizar que tal vez tu pecado nunca se sepa, pero sí va a asegurarnos de que aún pase lo que pase, no hay condenación de parte de lo único que importa para ti que estás en Cristo Jesús. [00:52:18] (22 seconds)
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