Hoy celebramos la fidelidad y el amor incondicional de Dios en medio de una temporada de duelo y transición para nuestra comunidad. La partida de nuestro pastor fundador, Jaime, ha sido un golpe profundo, pero también una oportunidad para experimentar el derramamiento especial de la presencia de Dios y abrirnos a una nueva cosecha de vidas transformadas. Reflexionamos sobre el amor ilógico, inagotable e incondicional de Dios, tomando como base el libro de Oseas, donde Dios ilustra su amor por medio de la historia de un profeta llamado a casarse con una mujer infiel. Así como Oseas amó a Gómer, Dios nos busca y nos ama aun en nuestra infidelidad, mostrándonos que su amor no depende de nuestro desempeño, sino de su naturaleza.
El amor de Dios es ilógico porque va en contra de toda lógica humana: Él busca al infiel, restaura al caído y da segundas oportunidades a quienes menos lo merecen. Es un amor que no se agota, que no se cansa de buscarnos, que no se limita por nuestras circunstancias ni por nuestras caídas. Este amor no es una licencia para abusar de la gracia, sino una invitación a la transformación profunda, de adentro hacia afuera. El verdadero arrepentimiento no es solo remordimiento, sino abrazar la totalidad de nuestro pecado y permitir que Dios nos restaure en su mansedumbre.
Dios no peca contra nosotros; su santidad y amor son perfectos. Muchas veces condicionamos su amor a nuestras circunstancias, pero su amor permanece, aunque no lo sintamos o no lo entendamos. Jesús, en su máxima expresión de amor, dio su vida por nosotros, y nos invita a recibir ese amor sin reservas ni justificaciones. El propósito final de recibir el amor incondicional de Dios no es solo el perdón, sino la transformación de nuestra vida y la capacidad de amar a otros como Él nos ha amado.
Como comunidad, estamos llamados a expresar este amor a través de nuestro tiempo, tesoros y talentos, especialmente hacia los más necesitados y quebrantados. El legado que recibimos no es solo construir un lugar físico, sino preparar a la iglesia para la segunda venida de Cristo, siendo reconocidos por el amor incondicional que fluye de nosotros hacia el mundo.
Key Takeaways
- 1. El amor de Dios es ilógico y busca al infiel Dios no actúa según la lógica humana; su amor va tras aquellos que han fallado, que han sido infieles, y los restaura. Así como Oseas fue llamado a amar a Gómer, Dios nos busca aun cuando hemos sustituido su amor por otros “amantes”. Este amor desafía nuestra tendencia a alejarnos de quienes nos fallan y nos invita a reconocer que fuimos alcanzados por un amor que no tiene sentido humano. [20:58]
- 2. El amor de Dios es inagotable y no se cansa de buscarnos No importa cuántas veces hayamos caído o cuán lejos nos hayamos ido, el amor de Dios sigue buscándonos con pasión y persistencia. Como el pastor que deja las 99 ovejas para buscar la perdida, Dios no se rinde hasta encontrarnos y restaurarnos. Este amor no se agota ni se limita por nuestras circunstancias, sino que es una fuerza arrasadora que nos persigue hasta que nos rendimos a Él. [53:49]
- 3. El amor de Dios es incondicional y no depende de nuestro desempeño No hay nada que podamos hacer para ganarlo ni para perderlo; su amor es un pacto eterno que no se basa en nuestras obras, sino en su carácter. Aunque a veces lo condicionamos a nuestras emociones o circunstancias, Dios permanece fiel y su amor no cambia. Recibir este amor requiere humildad para dejar de justificarnos y abrazar la totalidad de nuestro pecado, permitiendo que su gracia nos transforme. [41:58]
- 4. El verdadero arrepentimiento es abrazar la totalidad de nuestro pecado No basta con sentir remordimiento o dar excusas; el arrepentimiento genuino implica reconocer nuestro pecado sin justificaciones y permitir que Dios nos restaure. Solo cuando dejamos de defender los comportamientos que nos destruyen y nos exponemos a la luz de su amor, experimentamos la verdadera restauración y libertad. La misericordia de Dios se recibe plenamente cuando dejamos de escondernos y nos rendimos a su gracia. [39:49]
- 5. El propósito del amor incondicional es la transformación y la misión Dios no solo nos perdona, sino que nos llama a ser transformados y a amar a otros con el mismo amor que hemos recibido. El legado que recibimos es preparar a la iglesia para la venida de Cristo, expresando el amor de Dios a través de nuestro tiempo, tesoros y talentos, especialmente hacia los más necesitados. Amar como Dios ama es una labor difícil, pero es el llamado más alto y la evidencia de una vida verdaderamente transformada. [60:07]
Youtube Chapters
- [00:00] - Welcome
- [00:46] - Honrando la vida del Pastor Jaime
- [03:01] - Fe y fortaleza en tiempos de pérdida
- [03:44] - El fruto del Evangelio: una vida transformada
- [05:12] - Introducción a los valores fundamentales
- [08:45] - La reconstrucción es más costosa que la construcción
- [10:34] - El verdadero “AI”: Amor Incondicional
- [11:40] - Dos verdades sobre el amor de Dios
- [16:20] - Oseas: el pacto eterno de Dios
- [18:39] - El amor ilógico de Dios ilustrado en Oseas
- [22:22] - Testimonios de restauración y segundas oportunidades
- [26:04] - El amor inagotable y la restauración
- [32:05] - Amar al pecador, aborrecer el pecado
- [39:49] - El regalo del arrepentimiento y la restauración
- [41:58] - El amor incondicional de Dios en Oseas
- [50:43] - Parábolas del amor redentor
- [53:49] - El amor de Dios es arrasador
- [56:59] - El legado de amar y preparar a la iglesia
- [60:07] - Expresando el amor de Dios: tiempo, tesoros y talentos
- [62:25] - Oración y ministración final