En tiempos de crisis o pérdida, cuando lo que considerábamos seguro desaparece, es fácil perder de vista quién es realmente nuestra fuente y nuestro Rey. Así como el pueblo de Judá puso su confianza en el rey Usías y no en Dios, nosotros también podemos hacer ídolos de bendiciones, personas o logros. Sin embargo, la visión de Isaías nos recuerda que aunque los tronos terrenales queden vacíos, el trono celestial nunca está desocupado. Dios sigue reinando con autoridad y soberanía, y su presencia llena todo nuestro templo, cubriendo cada área de nuestra vida. Él es el único digno de nuestra adoración y confianza, y a veces permite que ciertos ídolos mueran para que volvamos a mirar a quien nos dio la provisión desde el principio. [57:46]
Isaías 6:1-4 (RVR1960)
1 En el año que murió el rey Usías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
Reflexión: ¿Hay algo o alguien en tu vida que ha ocupado el lugar de Dios en tu corazón? ¿Qué puedes hacer hoy para volver a poner tu mirada en el verdadero Rey?
Cuando Isaías vio la gloria y santidad de Dios, inmediatamente reconoció su propia impureza y la de su pueblo. La presencia de Dios no solo nos asombra, sino que también nos confronta y nos lleva a confesar lo que está mal en nosotros. No podemos escondernos ni justificar nuestras fallas delante de Él; su santidad expone nuestra necesidad de ser transformados. Este reconocimiento es el primer paso para ser llamados y comisionados: estar cara a cara con Dios y permitir que su luz revele lo que necesita ser cambiado en nuestro interior. [01:16:14]
Isaías 6:5 (RVR1960)
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Reflexión: ¿Qué área de tu vida reconoces hoy que necesita ser transformada por la santidad de Dios? ¿Te atreves a confesarla sinceramente delante de Él?
El encuentro con Dios no termina en la convicción de pecado; sigue con la purificación. Isaías experimentó cómo el fuego del altar tocó su área débil—sus labios—y fue limpiado de su culpa y pecado. El fuego de Dios no viene para destruirnos, sino para purificarnos y prepararnos para su propósito. Este proceso puede ser incómodo, pero es necesario para poder comunicar el mensaje de Dios con pureza y libertad. La purificación es continua, y el Espíritu Santo sigue trabajando en nosotros cada día, quitando capas y sanando lo que está oculto. [01:19:23]
Isaías 6:6-7 (RVR1960)
6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
Reflexión: ¿Qué área de tu vida necesita ser tocada y purificada por el fuego del Señor hoy? ¿Estás dispuesto a dejar que Él la exponga y la sane?
Solo después de ser purificado, Isaías pudo escuchar claramente la voz de Dios y entender su llamado. La limpieza del corazón y la disposición a ser transformados abren nuestros oídos espirituales para recibir dirección y propósito. Dios no impone su llamado, sino que invita y espera una respuesta voluntaria. Él no busca personas perfectas, sino disponibles, que reconozcan su necesidad de Él y estén dispuestas a decir: “Heme aquí, envíame a mí”. [01:23:07]
Isaías 6:8 (RVR1960)
8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Reflexión: ¿Estás escuchando la voz de Dios en esta temporada de tu vida? ¿Qué respuesta le darás hoy a su invitación?
El llamado de Dios no es solo para profetas o pastores, sino para cada uno de nosotros en el lugar donde estamos. El proceso de ser llamados, confrontados, purificados y enviados es continuo, como una cebolla que va perdiendo capas. Cada encuentro con Dios nos transforma y nos posiciona mejor para cumplir nuestro propósito, sea en la familia, el trabajo, la iglesia o la comunidad. Dios es fiel en perfeccionar la obra que comenzó en nosotros, y cada día es una nueva oportunidad para rendirnos a su proceso y caminar en nuestro llamado. [01:30:31]
Filipenses 1:6 (RVR1960)
6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
Reflexión: ¿En qué parte del proceso te encuentras hoy—llamado, convicción, purificación o envío? ¿Qué paso concreto puedes dar hoy para avanzar en el propósito que Dios tiene para ti?
En Isaías 6:1-8 encontramos el relato de un encuentro transformador entre el profeta Isaías y la gloria de Dios. En un momento de crisis nacional, tras la muerte del rey Usías, Isaías es llevado a una visión celestial donde ve al Señor sentado en un trono alto y sublime, rodeado de serafines que proclaman la santidad de Dios. Este contraste entre el trono terrenal vacío y el trono celestial ocupado nos recuerda que, aunque las fuentes humanas de seguridad y prosperidad pueden fallar, Dios permanece soberano y su autoridad llena todo lugar de adoración.
La visión de Isaías revela la magnitud de la santidad de Dios y, al mismo tiempo, expone la condición humana. Isaías, al contemplar la gloria divina, es confrontado con su propia impureza y la de su pueblo. Reconoce que incluso su herramienta más valiosa—sus labios, con los que profetiza—es indigna ante la presencia de Dios. Este reconocimiento no es para condenación, sino para abrir paso a la purificación. Un serafín toma un carbón encendido del altar y toca los labios de Isaías, quitando su culpa y limpiando su pecado. El fuego de Dios no destruye, sino que purifica y prepara para el propósito divino.
Solo después de este proceso de convicción y purificación, Isaías puede escuchar claramente la voz de Dios, quien pregunta: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?” La respuesta de Isaías, “Heme aquí, envíame a mí”, no surge de la perfección, sino de la disponibilidad y la transformación interna. Dios no busca personas perfectas, sino corazones dispuestos a ser purificados y enviados.
Este pasaje nos invita a examinar nuestras propias vidas: ¿Qué tronos hemos levantado en nuestro corazón que necesitan ser derribados para que Dios ocupe el lugar central? ¿Qué áreas necesitan ser expuestas y purificadas por el fuego del Espíritu Santo? El llamado de Dios es un proceso continuo de encuentro, convicción, purificación y comisión. No importa cuántas veces tengamos que pasar por este proceso; cada vez nos acerca más a nuestro propósito y nos capacita para servir con autenticidad y poder.
El tema de ahora, se me había olvidado decir, se lo sabe, es de encuentro, asignación, porque el Señor nos ha llamado, pero el Señor también nos ha comisionado. Y en esta historia vamos a ver ese proceso de llamamiento a comisión, que cada uno de nosotros también tenemos. Así como el profeta Isaías fue llamado y comisionado, tú has sido llamado y el Señor también te comisiona a ti a hacer lo que el Señor te destinó a hacer en esta tierra. [00:54:35]
De la misma forma, nosotros somos el siguiente en comando que el Señor quiere llevar y asignarte y darte el llamado y la asignación que él tiene para tu vida. No hasta que estés preparado, sino cuando estemos listos y disponibles para lo que el Señor te ha llamado a hacer. [00:56:44]
El pueblo de Judá se la tenía bien, estaban todos contentos llegó a un momento tan crucial que ellos habían apartado sus ojos de Dios y habían puesto sus ojos en el rey usías en otras palabras, en otras palabras, la bendición que Dios les había dado se ahora había hecho un ídolo por encima del que les había dado la bendición por encima del que había proveído la prosperidad de cada uno de ellos. [01:01:10]
A veces el Señor causa que hay cosas que mueran para que nos volvamos a quien nos dio la provisión y es el mismo llamado que Dios hizo a Judá que nos hace a nosotros, nuestra mirada debe estar en el Señor, amén. [01:03:23]
En este momento vemos el borde, imagínense el borde, imagínense el borde en esta visión Isaías ve el borde del manto del Señor, que él solamente el borde del manto llenaba la totalidad del templo del Señor, en otras palabras esto significa que su autoridad cubre la totalidad del lugar de adoración, no solamente este lugar, eso significa que cubre la totalidad de nuestro templo de adoración, solamente el manto del Señor. [01:04:19]
La santidad de Dios revela nuestra necesidad de transformación. La santidad de Dios, escúchame. La santidad de Dios revela la necesidad que tenemos del Señor. Si nos sentimos como Isaías con convicción de la necesidad de nuestro Padre. [01:12:26]
El fuego del Señor no le destruyó. El fuego del Señor le purificó. El fuego del Señor que viene de nosotros. Y sentimos cuando alguien está hablando. Cuando el Espíritu Santo nos está hablando. El fuego del Señor se acerca a nosotros. Porque muchas veces hay algo que tiene que ser quemado dentro de nosotros. Purificado dentro de nosotros. Para que podamos comunicar el mensaje del Señor. De la forma correcta. Puros. [01:13:56]
No podemos ser comisionados. Sin permitirle que al Señor nos purifique. Y esta purificación no termina. Cuando lleguemos 67 años con Jesucristo. Persigue, sigue. Todos los días de nuestra vida. Una purificación que el Espíritu Santo. Continúa haciendo con nosotros. Cuando el fuego de Dios nos encuentra. Nos purifica. Porque el Señor tiene propósito. Por nosotros, con nosotros. [01:15:26]
El problema hermanos. Es que a veces queremos ser purificados. Sin haber tenido la convicción. Que lo que hicimos. Estuvo mal. Uff. Right. Queremos venir a decir. Aquí al. Hermano. Ure por mí. Hermano. Pero para. No. Usted ure hermano. Hermano. Pero que quiere confesar. No. No le puedo. No hermanos. Hay que confesar. La Biblia dice que es bueno confesar. Entre uno de nosotros. Porque hay sanidad. En nuestros corazones. Cuando confesamos. [01:17:13]
El versículo que leemos habla de cómo Isaías no solamente fue perdonado de su pecado, pero la carga que el pecado había puesto en él de la culpa fue removida de él también. En otras palabras, Isaías podía caminar libre en este momento que el Señor había lidiado con esa área que necesitaba ser purificada. [01:20:23]
El Señor desea prepararnos físicamente, espiritualmente, para que podamos ser victoriosos en el llamado que el Señor tiene para nuestra vida. Por eso es que el Señor pasa por este proceso. Isaías dice, escuché, escuché la voz del Señor. Después de ser limpio, Isaías claramente escucha la voz del Señor. [01:22:15]
El llamado no es impuesto, es una invitación. A nosotros Es una invitación A poder hacer Lo que el Señor Tiene preparado Para nosotros Al Señor Le hubiera hecho Muy fácil decir Isaías Como le decía antes Después de esto ¿No? Ey O a cualquiera De los profetas Esto es lo que vas a hacer ¿Te gustó o no? Pero no lo hizo Él hizo una pregunta ¿Quién Irá por nosotros? Y esa es la misma Pregunta Que el Señor Nos hace Algunos de nosotros En este lugar ¿Quién irá Por nosotros? [01:23:20]
Dios no buscó A alguien Perfeccionado Buscó A alguien Disponible Si te das cuenta Hermanos ¿Me sigues en la historia? Amén Amén Amén Amén No se me ha perdido Amén Fue llamado Tenía una debilidad El Señor La purificó Y ahora el Señor Le envía Su Señor No está esperando Que tú tengas Tu IRS Ya listo Todos tus papeles Bien en orden Con una Una cuenta Bien grande En México Guatemala El Salvador China Donde sea que eres Cuatro o cinco mil Casas listas Toda la Biblia Memorizada Desde Génesis A Revelación En la Reina Valera Porque peligroso Cuentas otra Otra Biblia Con siete mil Clases dentro de ti Ya todas las De sendas Todas las de inglés Hablando de inglés Español Portugués Chino O sea hermanos Si fuera ninguno Nosotros Estuviéramos aquí El Señor No está llamándonos Ya Cien por ciento Sanos Sin ninguna Herida Sin ninguna Cosa que tengamos Que pasar Y crecer No, no, no El Señor Está llamando Personas que digan Reconozco Que soy pecador Necesito Que me purifiques Y necesito Que camines Conmigo Todos los días Para seguir Caminando Purificado Y hacer Y proclamar Las buenas nuevas De aquel Que me ha rescatado De la oscuridad A la luz En este momento Y ese es tu llamado Y mi llamado Como Él decía Yo A mí Envíame. [01:25:22]
La purificación No se detiene Hasta que veamos A Cristo Continúa Siempre Yo les digo A mis estudiantes Somos como una Señor bendito ¿Cómo se dice? Onion Cebolla Oh my God No se detiene No se detiene No se detiene No se detiene No le digan a mi mamá que se me olvidó cómo decir cebolla. Somos cuna de cebolla. A veces el Señor comienza a quitar una parte de la cebolla. La primera capa. Entregamos la vida al Señor y al Señor. Y si no aguantamos, nos la quita completamente. Es un proceso de purificación. Y mientras sigamos en relación con Cristo, ese proceso se perfecciona día a día. Y con lo que luchábamos ayer, ya no volveremos a luchar ahora. Es un proceso. [01:28:45]
Quizás tu llamado no es ser profeta. Quizás tu llamado no es ser pastor. Quizás tu llamado es ser una buena mamá y un buen papá. Un buen empleado en tu trabajo. Un predicador. Quizás tu llamado es unir jóvenes o hombres o mujeres en tu casa. Y compartir el Evangelio. Quizás tu llamado es el dar la bienvenida a las personas. Y hacerlas sentir como que alguien las vio. Y son importantes. Quizás ese es tu llamado. Pero no podemos llegar al lugar en donde estamos asignados a nuestro llamado. Sin haber encontrado, tener un encuentro con Cristo. [01:30:00]
El deseo que el Señor tiene es levantar un grupo en esta iglesia. Shiloh en español. Que no solamente estén listos en su asignación. Pero también hayan pasado por el proceso de purificación. Y es posible pasar ese proceso una, dos, tres, cinco mil veces. Y ser una mejor persona. Un mejor hijo de Dios. Cada vez que pasamos ese proceso. [01:30:58]
A veces decimos eso muy fácilmente hermanos. Pero es algo que tenemos que atesorar dentro de nosotros. Que el Señor aún en medio de nuestro pecado, de nuestra suciedad, de nuestra duda, de nuestra infidelidad. Infidelidad a Él. Él nos ve con ojos de amor. Él nos llama diariamente al trono del Señor. Es algo hermoso. [01:33:33]
Esto que produce La presencia Del Señor Esto que produce El verdadero arrepentimiento Es la presencia Del Señor No es algo Que nosotros Hacemos como seres humanos Es la presencia Del Señor Y cada uno Seamos cristianos O no Sé en este momento Que la presencia Del Señor Está cerca de ti Y tú estás Identificando La cosa Que debe de morir En la presencia Del Señor. [01:37:53]
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