Ser guiados por el Espíritu de Dios no significa simplemente tomar buenas decisiones o buscar dirección para asuntos importantes de la vida, sino que implica una lucha activa y constante contra el pecado y las obras de la carne. Aquellos que son hijos de Dios experimentan una convicción interna, una voz del Espíritu que les fortalece para resistir las inclinaciones de la carne y vivir conforme al Espíritu. Esta lucha es evidencia de que realmente pertenecemos a la familia de Dios, pues el Espíritu nos guía a apartarnos del mal y a buscar la santidad, no por obligación, sino por la nueva vida que hemos recibido. Si no hay lucha contra el pecado, es momento de examinar si realmente somos guiados por el Espíritu, porque los hijos de Dios son aquellos que, por el Espíritu, hacen morir las obras de la carne. [16:01]
Romanos 8:12-14 (RVR1960)
12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Reflexión: ¿En qué área de tu vida estás permitiendo que la carne tenga dominio, y cómo puedes hoy pedirle al Espíritu Santo que te ayude a luchar activamente contra ese pecado?
Dios no nos ha dado un espíritu de esclavitud para vivir en temor, sino que nos ha adoptado como hijos suyos, dándonos un nuevo nombre, una nueva familia y una nueva identidad. Esta adopción no depende de lo que hayamos hecho, sino de un acto soberano de amor y gracia de parte del Padre, quien pagó nuestras deudas y nos hizo herederos de todo lo suyo. Como hijos adoptivos, ya no vivimos bajo el miedo ni la inseguridad, sino con la certeza de que pertenecemos a la familia de Dios y que nuestra relación con Él es segura y permanente. Nuestra posición como hijos no se basa en nuestro desempeño, sino en la obra perfecta de Cristo y la decisión del Padre de hacernos suyos. [20:30]
Romanos 8:15-16 (RVR1960)
15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Reflexión: ¿De qué manera tu pasado o tus inseguridades han afectado tu relación con Dios como Padre, y cómo puedes hoy abrazar plenamente tu identidad como hijo adoptado?
Como hijos de Dios, no solo recibimos una nueva identidad, sino también autoridad espiritual y acceso directo al Padre. Ya no somos esclavos que temen acercarse, sino hijos que pueden entrar confiadamente a la presencia de Dios, clamar “Abba, Padre” y ser escuchados. Esta relación íntima nos permite vivir con confianza, sabiendo que tenemos el derecho de acercarnos a Dios en cualquier momento, sin miedo ni barreras. Así como un hijo entra sin pedir permiso a la oficina de su padre, nosotros podemos acercarnos a Dios con libertad, sabiendo que somos amados y recibidos. [24:37]
Romanos 8:17 (RVR1960)
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Reflexión: ¿Te acercas a Dios con la confianza de un hijo amado, o todavía te relacionas con Él como si fueras un esclavo o un extraño? ¿Qué cambiaría hoy si te atrevieras a clamar “Abba, Padre” en tu oración?
Ser hijos de Dios no nos exime del sufrimiento, pero nos da la seguridad de que todo dolor y disciplina tienen un propósito redentor en nuestras vidas. Dios, como buen Padre, permite la disciplina para apartarnos de caminos que nos harían más daño y para formarnos a la imagen de Cristo. Aunque vivimos en un mundo caído y experimentamos aflicciones, estas no se comparan con la gloria venidera que nos espera. El sufrimiento, en manos de Dios, es una herramienta de amor que nos prepara para participar de su santidad y nos recuerda que nuestra esperanza es mucho mayor que cualquier dolor presente. [34:06]
Hebreos 12:9-11 (RVR1960)
9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este, para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Reflexión: Piensa en una situación difícil o dolorosa que estás atravesando; ¿puedes identificar cómo Dios podría estar usando esa experiencia para formarte y acercarte más a Él?
Aunque ya hemos sido adoptados y redimidos, aún no hemos recibido todo lo que implica ser hijos de Dios; la creación misma espera la manifestación de los hijos de Dios y la redención completa. Nuestra esperanza no es solo espiritual, sino también física y futura: un día recibiremos cuerpos glorificados y viviremos en una nueva creación. Mientras tanto, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad, intercede por nosotros y nos recuerda que fuimos llamados a vivir como hijos, no como esclavos. Hoy es el día para levantar la mirada, dejar de vivir como pollos y extender las alas como águilas, honrando a nuestro Padre con una vida transformada por su gracia. [48:17]
Romanos 8:18-21, 23-25 (RVR1960)
18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza,
21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
23 Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Reflexión: ¿Estás viviendo hoy con la mirada puesta en la esperanza futura y la identidad que tienes como hijo de Dios, o sigues viviendo como si fueras esclavo de tu pasado? ¿Qué paso concreto puedes dar hoy para manifestar tu verdadera identidad en Cristo?
Hoy celebramos el gozo de los bautizos, pero antes de llegar a ese momento, es fundamental entender lo que significa ser verdaderamente hijos de Dios. Muchos hemos escuchado la frase “somos hijos de Dios”, pero no siempre la comprendemos ni la vivimos en plenitud. A veces, nuestra experiencia con padres terrenales imperfectos, o una baja autoestima, nos impide ver a Dios como un Padre amoroso y cercano. Sin embargo, la Escritura nos enseña que, aunque no nacimos siendo “águilas” espirituales, hemos sido adoptados por Dios y recibimos una nueva identidad, una nueva familia y un nuevo propósito.
La adopción espiritual no es solo un cambio de estatus, sino una transformación profunda. Como en la historia del águila que creció creyendo ser gallina, muchos cristianos viven por debajo de su llamado, ignorando el privilegio y la autoridad que tienen como hijos de Dios. La gracia de Dios no se cobra, pero sí transforma. No vivimos para pagarle a Dios lo que hizo por nosotros, sino para honrarlo con gratitud, viviendo de acuerdo a la nueva vida que nos ha dado.
Romanos 8 nos revela seis grandes privilegios de los hijos de Dios. Primero, somos guiados por el Espíritu Santo, lo que significa que luchamos contra el pecado y no vivimos conforme a la carne. Segundo, hemos recibido un Espíritu de adopción, no de esclavitud ni de temor, sino uno que nos permite acercarnos a Dios con confianza y llamarlo “Abba, Padre”. Tercero, tenemos autoridad espiritual como hijos, no como esclavos. Cuarto, se nos ofrece una relación íntima con Dios, una cercanía que nos permite clamar a Él en cualquier momento. Quinto, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, con una herencia gloriosa que supera cualquier sufrimiento presente. Y sexto, recibimos disciplina como hijos, lo cual, aunque implica sufrimiento, es una muestra del amor de Dios que nos moldea para ser más como Él.
El sufrimiento no es señal de abandono, sino parte del proceso de formación y esperanza. La creación misma espera la manifestación de los hijos de Dios, anhelando el día en que vivamos plenamente nuestra identidad. Mientras tanto, el Espíritu Santo intercede por nosotros en nuestras debilidades, recordándonos que no estamos solos y que nuestra esperanza es segura. Hoy, si te sientes mirando hacia abajo, recuerda que has sido llamado a volar como hijo de Dios. Si aún no has dado ese paso de fe, hoy es el día para aceptar la adopción que Dios te ofrece y marcar ese momento con el bautismo, celebrando junto a la familia de la fe.
---
La gracia no se cobra, pero sí transforma. La gracia no se cobra, pero sí transforma. Si transforma y ahora muchas veces no entendemos esta deuda y vivimos como que si tuviéramos que pagarle al Señor lo que hicimos y en ese vivir como que tuviéramos que pagarle terminamos siendo pollos, terminamos siendo águilas, perdón, que quieren vivir como pollos queriendo hacer algo sin poder vivir como el Señor nos llamó a vivir. [00:09:56] (34 seconds) #LuchaContraElPecado
Si tú no luchas contra el pecado... Yo soy de los que yo digo, no debemos dudar de nuestra salvación, no. En Cristo podemos tener la certeza de nuestra salvación. Si no estás luchando contra el pecado en tu vida, duda. Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios para luchar en contra de las obras de la carne, para vivir conforme al Espíritu, esos son los hijos de Dios. [00:15:34] (39 seconds) #AutoridadDeHijos
Nuestro lugar y nuestra relación con el Padre no depende de absolutamente nada que nosotros hayamos hecho como hijos adoptivos. Depende de un acto legal que el Padre hizo por su soberana voluntad a nuestro favor, donde Él dijo, yo lo voy a adoptar, donde Él llenó los papeles, donde Él pagó las deudas, donde Él nos dio su apellido, donde Él hizo todo esto para darnos a nosotros el privilegio de ser sus hijos. [00:21:39] (29 seconds) #RelacionIntimaConDios
El único título que tú y yo compartimos con Jesús es este, somos hijos. Y como hijos se nos dio cierta autoridad. Ya no como esclavos, ahora como hijos. [00:24:59] (18 seconds) #DisciplinaConProposito
Como hijos tenemos el privilegio de que ahora se nos ofrece una relación íntima con Dios porque decía, ya no tenemos un espíritu de esclavitud sino uno de adopción por medio del cual, miren esto, clamamos Abba Padre... Abba era una expresión tierna, lo que pasa es que en español Abba así como que no suena tan tierno, pero Abba era una expresión tierna. Abba era lo que un hijo... Abba era la forma en que los hijos se referían a sus padres, como cuando nosotros decimos papi o papito. [00:25:17] (48 seconds) #SufrimientoYEsperanza
Los hijos de Dios también sufren. Nos gusta identificarnos con Jesús, nos gusta identificarnos con su vida, nos gusta identificarnos con su resurrección, pero a nadie le gusta identificarse con su muerte. Pero es parte de Él. [00:35:48] (17 seconds) #EsperanzaDeNuevaCreacion
Muchos creyentes viven así. Redimidos por Cristo, transformados a algo diferente, adoptados por el Padre, pero con sus ojos todavía puestos en la tierra, sin darse cuenta que tienen alas ahora como miembros de esta nueva familia para volar. Y seguimos viviendo muchas veces como que fuéramos esclavos, como que si nunca hubiéramos sido adoptados, como que si nunca hubiéramos sido llamados a volar. [00:45:54] (35 seconds)
La gracia de Dios, Él no la cobra, pero sí nos transforma. Y la buena noticia de hoy es que el Espíritu que nos adoptó ahora nos ayuda a vivir como hijos. Nos guía para que no vivamos de acuerdo a la carne, nos recuerda quienes somos cuando dudamos, nos da esperanza en medio de las pruebas, intercede por nosotros cuando ya no tenemos palabras. Y no solo nos hace hijos, nos enseña a vivir como tales. [00:47:09] (37 seconds)
Si hoy tú estás mirando hacia abajo porque la vida, porque las situaciones, porque tu matrimonio, porque tus finanzas, porque tu cuerpo, tu enfermedad, porque lo que sea, tus fracasos, tu carne, tu miedo, si hoy estás mirando para abajo, yo quiero decirte esto, pájame atención, ya termino: si tú eres hijo, ya no eres esclavo, ya no tienes que ver para abajo. Fuimos llamados a una vida distinta con el Señor. [00:47:50] (32 seconds)
I'm an AI bot trained specifically on the sermon from Aug 28, 2025. Do you have any questions about it?
Add this chatbot onto your site with the embed code below
<iframe frameborder="0" src="https://pastors.ai/sermonWidget/sermon/embracing-our-identity-as-children-of-god26" width="100%" height="100%" style="height:100vh;"></iframe>Copy