Dios nos llama a cada uno de nosotros a ser pastores en la vida de quienes nos rodean, no solo a los líderes formales o al cuerpo pastoral. Muchas veces no nos damos cuenta de la influencia que tenemos sobre familiares, amigos, compañeros de trabajo o incluso desconocidos, quienes nos ven como ejemplos de fe y amor. Esta responsabilidad implica reflejar el carácter de Cristo en cada momento y ser conscientes de cómo nuestras acciones y palabras pueden impactar a otros. El llamado es a cuidar, guiar y compartir lo que Dios nos ha dado, entendiendo que somos instrumentos para que otros conozcan y experimenten el amor de Dios. [02:51]
Ezequiel 34:2-4 (RVR1960)
“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y diles a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana, la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis a las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada; no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.”
Reflexión: ¿Quiénes en tu vida te ven como ejemplo de fe y necesitan que les compartas lo que Dios te ha dado? ¿Puedes identificar a una persona hoy y dar un paso para acercarte y cuidar de ella espiritualmente?
La vida cristiana es una batalla diaria contra fuerzas espirituales que buscan alejarnos de Dios y dispersar a su pueblo. No luchamos solo contra problemas humanos, sino contra poderes y autoridades espirituales que intentan sembrar ansiedad, depresión, mentira y otras ataduras. Dios nos da herramientas para enfrentar esta lucha: la armadura espiritual, que incluye la salvación, la fe, la verdad, la justicia y la Palabra. No solo debemos vestirnos de esta armadura cada día, sino también enseñar y animar a otros a hacer lo mismo, especialmente a quienes están pasando por momentos difíciles. [11:27]
Efesios 6:12-17 (RVR1960)
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.”
Reflexión: ¿Te vistes cada día con la armadura de Dios? ¿A quién podrías animar hoy a hacerlo, especialmente si sabes que está luchando espiritualmente?
Cada uno de nosotros es responsable ante Dios por advertir y guiar a quienes están en peligro espiritual. Si vemos a alguien alejarse o caer y no le hablamos con amor y verdad, Dios nos pedirá cuentas por esa omisión. No se trata de juzgar, sino de ser obedientes y valientes para advertir, exhortar y acompañar a otros en su caminar, sabiendo que la salvación y el arrepentimiento son decisiones personales, pero nuestra responsabilidad es no callar cuando Dios nos pone a alguien en el camino. [14:38]
Ezequiel 33:7-9 (RVR1960)
“A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado; pero tú libraste tu vida.”
Reflexión: ¿Hay alguien a quien Dios te ha estado pidiendo que adviertas o acompañes espiritualmente, pero has callado por temor o comodidad? ¿Qué te detiene y cómo puedes dar ese paso hoy?
Dios juzgará entre ovejas y cabras, entre quienes le obedecen y reflejan su carácter y quienes viven en rebeldía o solo para sí mismos. No basta con conocer la Palabra; nuestras acciones, actitudes y testimonio diario muestran si realmente somos parte de su rebaño. Ser oveja implica humildad, mansedumbre y obediencia, mientras que la cabra representa orgullo y rebeldía. Nuestro testimonio puede ser alimento limpio o agua enturbiada para otros, y debemos cuidar cómo vivimos y cómo influimos en quienes nos rodean. [22:20]
Mateo 25:31-33 (RVR1960)
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”
Reflexión: ¿En qué área de tu vida necesitas dejar de actuar como cabra (orgullo, rebeldía, mal testimonio) y pedirle a Dios que te ayude a ser una oveja obediente y humilde hoy?
Dios nos llama a cumplir la Gran Comisión: ir y hacer discípulos, compartiendo el evangelio y enseñando a otros a guardar sus mandamientos. Cada persona a la que ayudamos a acercarse a Cristo es una semilla que dará fruto y una perla en nuestra corona eterna. No debemos callar ni dejar pasar la oportunidad de hablar de Jesús, pues Él está a las puertas y quiere usarnos para reunir a su pueblo, restaurar vidas y traer bendición aquí y ahora. Nuestra obediencia hoy tiene impacto eterno y es motivo de gozo y esperanza. [31:00]
Mateo 28:19-20 (RVR1960)
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Reflexión: ¿A quién puedes compartirle hoy el mensaje de Jesús, invitándole a conocerle o a acercarse más a Él? ¿Qué paso concreto puedes dar para sembrar una semilla de fe en alguien esta semana?
Hoy el Señor nos recuerda que todos somos llamados a ser pastores en algún ámbito de nuestra vida. No se trata solo de los líderes formales de la iglesia, sino de cada uno de nosotros, pues siempre hay personas a nuestro alrededor que nos observan, nos admiran y, muchas veces, dependen de nuestro ejemplo y testimonio. Somos responsables de reflejar el amor, la sabiduría y la compasión de Dios en cada espacio donde nos movemos: en la familia, el trabajo, la comunidad. El llamado es a no guardar para nosotros mismos lo que Dios nos ha revelado, sino a compartirlo con quienes lo necesitan, a invitar, a acompañar, a cuidar y a restaurar.
El pasaje de Ezequiel 34 nos confronta con la realidad de que muchas veces hemos sido negligentes, pensando que la tarea de pastorear es solo para unos pocos. Sin embargo, el Señor nos muestra que cuando no cuidamos, no fortalecemos, ni buscamos a los que están perdidos, permitimos que las “fieras salvajes” —ansiedad, depresión, mentiras, tentaciones— hagan estragos en las vidas de quienes nos rodean. Nuestra lucha es espiritual y requiere que nos revistamos cada día con la armadura de Dios, no solo para nuestra protección, sino para ayudar a otros a resistir y vencer.
Dios nos pedirá cuentas por las personas que puso en nuestro camino. Si no somos diligentes, Él mismo buscará y rescatará a sus ovejas, pero perderemos la oportunidad de ser instrumentos en sus manos. No se trata de tener todo el conocimiento, sino de ser obedientes y sensibles a la voz del Espíritu Santo, advirtiendo, exhortando y acompañando con amor y humildad. El testimonio que damos es fundamental: no podemos hablar de Cristo si nuestras acciones contradicen su mensaje.
El Señor promete restauración, protección y bendición para su pueblo. Nos invita a confiar en que Él es nuestro Pastor, que nos cuida y nos lleva a lugares de seguridad y abundancia. Pero también nos llama a ser parte activa de su obra, cumpliendo la gran comisión de hacer discípulos, sembrando semillas de fe y amor en cada persona que encontramos. Al final, nuestra recompensa será ver el fruto de esas semillas y recibir la corona que Él ha preparado para quienes han sido fieles en su llamado.
I'm an AI bot trained specifically on the sermon from Sep 22, 2025. Do you have any questions about it?
Add this chatbot onto your site with the embed code below
<iframe frameborder="0" src="https://pastors.ai/sermonWidget/sermon/embracing-our-call-to-shepherd-others" width="100%" height="100%" style="height:100vh;"></iframe>Copy